La verdadera moraleja del mito de David y Goliat en la actualidad de España.

Tradicionalmente se ha usado el relato bíblico de David y Goliat para ilustrar que en ocasiones el débil también puede vencer al poderoso. Es decir, que, aunque sea un combate desigual, siempre hay espacio para milagros o desenlaces inesperados. En el mundo del deporte encontramos muchos ejemplos que encajan con el símbolo de la lucha victoriosa del desvalido (David) ante el gigante (Goliat). Así pues, ha habido grandes sorpresas como la derrota de Mike Tyson ante James “Buster” Douglas, el “Maracanazo” (victoria de Uruguay ante Brasil en la final del mundial de 1950), o la consecución de la liga de futbol inglesa por parte del Leicester ante equipos con presupuestos infinitamente superiores.

En el mundo de la política española, con ocasión de los últimos acontecimientos, en la que el gobierno PSOE-Podemos y la mayoría parlamentaria de las izquierdas y separatistas que lo apoya puede tener un desenlace inesperado de confrontación abierta entre el Tribunal constitucional y el poder judicial, David ya que quien hace las leyes es el Parlamento, a veces a instancias del Gobierno, Goliat, que debe aplicar el poder judicial.

Pues bien, el escritor Malcolm Gladwell, en su libro David y Goliat argumenta que esta interpretación del relato es errónea. En realidad, la historia esconde un mensaje mucho más valioso y profundo, que ha pasado desapercibido por la humanidad durante siglos y siglos, y que desarrollo a continuación, de tremenda e inexcusable aplicación al tema que nos ocupa.

Filisteos e israelitas se encontraban en conflicto, y era algo común en la época escoger a un guerrero de cada bando para que se enfrentaran entre sí y de esa forma evitar una guerra en donde se perderían muchas vidas. Nadie se atrevía a enfrentarse al gigante filisteo Goliat, por lo que el pastor israelita David se ofreció, rechazando el uso de cualquier armadura y solamente con su honda y cinco piedras. Lanzó una piedra en la frente de Goliat y luego le cortó la cabeza con su propia espada, en lo que se ha usado como metáfora para hacer alusión a victorias improbables.

Pero, y aquí está la moraleja, David en realidad NO era el débil, al menos en muchos aspectos. Tal y como Gladwell explica, había muchos factores que hacían pensar en su posible victoria.

Por un lado, Goliat estaba empeñado en que David se acercase para tener una lucha cuerpo a cuerpo. Por este y otros detalles (siempre iba acompañado) se puede suponer que el gigante tenía problemas de visión (muy comunes en personas con acromegalia o gigantismo). Además, sus dimensiones (más de 2,5 metros de altura) y su armadura (de unos 50 Kg.) le restaban agilidad y movilidad.

Por otro lado, aunque a primera vista una honda nos parezca un arma poco poderosa, la verdad es que un buen hondero podía “matar o lesionar gravemente a un blanco a una distancia de 200 metros”, argumenta Gadwell. Según estudios realizados por expertos, a cierta distancia la velocidad que alcanza el proyectil lanzado por una honda le confiere un poderío similar al de una pistola.

En resumen, Goliat posiblemente era superior ante un rival de infantería en una lucha con espada y armadura tal y como mandaba el protocolo de la época, pero ante alguien de las características de David tenía muchas probabilidades de ser derrotado. Es decir, el correcto análisis nos muestra que el contendiente supuestamente inferior en realidad era superior si la batalla transcurría de una determinada manera.

Esta moraleja es extrapolable a todos los combates, competiciones, partidos, situaciones donde hay enfrentamirntos etc. en los que se resiste un favorito y alguien supuestamente inferior. Si se analiza correctamente, los rivales más fuertes también pueden presentar debilidades que los más débiles pueden aprovechar si saben llevar el enfrentamiento a su terreno.

Por ejemplo, si analizamos a fondo la derrota de Mike Tyson ante Buster Douglas (para muchos la mayor sorpresa de la historia del deporte) vemos que en realidad ese era el resultado más probable. Así pues, no se trata de una lucha desigual en la que el débil sale victorioso, tal y como se había interpretado el mito de David y Goliat hasta recientemente. Hay que hacer un estudio más profundo para entender lo ocurrido.

Y lo que ocurrió en este caso es que Tyson no se había tomado en serio el combate. Prácticamente no había entrenado (incluso un sparring le tumbó en un entrenamiento) y no había visto ningún vídeo de su oponente. La noche anterior tuvo sexo con varias mujeres, y solo pensaba en irse de juerga. En cambio, Douglas se había estado preparando como nunca, motivado por la reciente muerte de su madre, y sabía de qué forma controlar el combate y mantener alejado a Tyson (usando su jab).

En definitiva, esta nueva visión del mito de David y Goliat es mucho más valiosa y empoderadora. En realidad, el débil debe de encontrar el camino para no ser el débil, y dejar de apelar a la épica para conseguir la victoria. Cuando nos encontramos en una situación en la que nos enfrentamos a un supuesto Goliat debemos encontrar la estrategia y las armas que más nos puedan beneficiar en base a nuestras fortalezas y sus debilidades.

Estoy absolutamente seguro de que el Gobierno, Goliat/Tyson, no se ha tomado en serio el combate con el Tribunal Constitucional y el Poder judicial, David; como profesionales de la judicatura, mucho más conocedores de las Leyes y su aplicación, tienen muchas posibilidades de ganar la contienda de lo que creemos. El Gobierno y los parlamentarios que han provocado esta situación, creo que han tenido demasiado sexo los últimos tiempos con la aprobación de leyes de dudosa eficacia como la del “Si es si” y la derogación de los artículos del Código Penal que penalizaban la subversión política y económica de los adláteres de Pedro Sánchez, nacionalistas, separatistas y ladrones del PSOE en Andalucía y donde fuere.

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