«Ha quedado en agua de borrajas»

La patronal y lo sindicatos han dado este jueves tras meses de intensas negociaciones su bendición a las líneas generales de la reforma laboral redactadas por el Gobierno. El Comité Ejecutivo de CEOE ha sido el primero en dar un ‘sí’ que ha llegado tras un tenso intercambio de pareceres en el que se ha evidenciado la división entre los empresarios con el hecho de que se vaya a admitir finalmente que prevalezca el convenio sectorial sobre el de la empresa y la ultraaactividad. También ha generado polémica que no haya cláusula de descuelgue con los salarios y por tanto estos vayan a estar indexados a lo que establezcan los convenios sectoriales.

Quién no ha escuchado o dicho en alguna ocasión una frase del tipo: «Estaba esperanzado en conseguirlo pero al final todo ha quedado en agua de borrajas». Estas expresiones suelen utilizarse para referirse a aquello que finalmente no ha salido como uno esperaba y a un desenlace que ha resultado ser decepcionante, cuando las expectativas eran buenas, como esperaba para sus seguidores Yolanda Diaz que no ha podido romper con la reforma laboral del PP como deseaba.

Se dice que su significado se debe a lo insípida que resulta la infusión de la planta de la borraja, la cual se utilizaba desde la antigüedad como remedio para hacer sudar (sudorífica). También se tenía la vieja creencia y superstición de que si se una mujer pisaba una hoja de borraja quedaría embarazada, que en la acepción política se puede aplicar a la ministra del PC.

Pero en realidad, por muchas veces y tiempo que llevemos escuchando la frase «quedar en aguas de borrajas«, ésta no es del todo correcta y con los años ha variado de como realmente se decía en sus orígenes.

Inicialmente  la hierba utilizada para esta expresión era la «cerraja«, una planta semejante a una lechuga silvestre (así la definía el Diccionario de Autoridades de 1729) cuyas propiedades de las hojas, flores o jugo lechoso se aplicaba como estimulante del apetito, el tratamiento de la ascitis o para trastornos hepáticos (entre otros). Pero sin embargo su agua infusionada resultaba insulsa y sin propiedades, de ahí que, originalmente, la expresión fuese «quedar en agua de cerrajas«: esta agua en comparación a los atributos del resto de la planta se quedaba en nada.

Sebastián de Covarrubias en su «Tesoro de la lengua castellana o española», de 1611, ya menciona el «agua de cerrajas» como sinónimo de algo que no llega a buen término.

Para Covarrubias no cuenta ese extravío. En su Tesoro de la lengua castellana o española (Luis Sánchez, 1611), nos dice que cerrajas es una hierba, y luego apunta una impresión sobre el dicho que aquí nos entretiene: «… y no embargante que sea de mucho provecho en la medicina para diversas enfermedades, comúnmente solemos decir a propósito del que trae muchas razones que no son concluyentes para probar su intención, que todo es agua de cerrajas».

Desde luego, la mayoría de los hablantes prefiere que la borraja —y no las cerrajas— sea la planta que se postule como insinuadora de frustraciones. Manuel Rodríguez Navas y Carrasco, en su Diccionario general y técnico hispano-americano (Cultura Hispanoamericana, 1918) la define como «planta borraginácea cubierta de pelos ásperos, con flores azules en racimo y semillas menudas; se usa en medicina. De la voz antigua borrago, del mismo significado». Mejor informada, María Moliner aporta nuevos datos en su descripción: «Planta borraginácea de huerta de hojas y tallos ásperos, cubiertos de pequeñas espinas, que se come cocida; sus flores se empleaban como sudorífico». En palabras de la estudiosa, Quedar una cosa en agua de borrajas (o de cerrajas) vale por «No resultar nada de ella en definitiva». Desde un punto de vista genealógico, borraja deriva del vocablo catalán borratja, que a su vez proviene del latín borrāgo. De ahí su nombre científico: Borago officinalis (Diccionario de uso del español, Gredos, 1998).

Muchos son los lexicógrafos que culpan a una corrupción de la expresión cuando ésta pasó de ser utilizada en los ambientes rurales a las poblaciones más grandes e importantes, siendo prácticamente desconocida la cerraja y mucho más común la borraja, por lo que se adoptó este término para aplicárselo a la frase. El propio José María Iribarren en «El porqué de los dichos«alude al provincialismo a la hora de haber modificado el modismo para que les resultase mucho más fácil fonéticamente a la hora de decir y recordar.

Para finalizar, cabe destacar que la propia web del Diccionario de la RAE redirige a «agua de cerrajas» cuando se realiza la búsqueda «agua de borrajas».

Sea lo que fuere, lo que sí queda claro es que la derogación de la ley que regia los contratos laborales ha quedado en agua de borrajas o de cerrajas, quedando en una reforma asequible para todos, empresarios y sindicatos.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería.

Doctor por la Universidad de Salamanca

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