El curioso caso de ‘la niebla asesina de Londres’

Son numerosísimas las películas, series o novelas en las que se describe a Londres como una ciudad en la que la niebla es espesa y constante. Cuando uno viaja a la capital del Reino Unido descubre que no es para tanto y que en realidad se ha exagerado un poco con todo ese asunto, que ha servido más bien como perfecta escenografía para historias de misterio o los estremecedores relatos de los asesinatos de Jack el Destripador.

Evidentemente hay niebla en Londres (como en cualquier lugar en el que los índices de humedad sean altos o esté cerca de un río, lago…), aunque no de forma tan exagerada como la ha retratado la ficción, aunque debemos hacer una excepción, ya que hace exactamente 65 años (entre el 4 y el 9 de diciembre de 1952) la capital inglesa quedó totalmente cubierta por lo que se conoció como la niebla asesina, llamada así porque no era una niebla al uso sino que estaba compuesta por agentes tóxicos que provenían de las chimeneas de las fábricas y hogares (eran unos días de intenso frío).

El cielo londinense se llenó de hollín, dióxido de carbono y dióxido de azufre que al unirse hicieron una mezcla letal que acabó con la vida de 12.000 personas (sobre todo de quienes padecían de algún tipo de afección en las vías respiratorias, numerosos ancianos y niños). Pero no todos ellos fallecieron al mismo tiempo… durante esos cinco días lo hicieron cuatro mil y a lo largo de las siguientes semanas, a consecuencia de esa niebla asesina, otras ocho mil fueron enfermando y pereciendo.

Por Alfred López. «El listo que todo lo sabe»

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