La incurable necedad de los dirigentes del Partido Popular.

Dirigentes del Partido Popular:

Según Napoleón Bonaparte, en la política, la estupidez no es una discapacidad, siendo buena prueba de ello los dirigentes del Partido Popular, anteriores y actuales porque de los futuros sería problemático opinar, no por sus aptitudes sino por su dudosa existencia dada su ejecutoria que se describe a continuación, les dirijo estas líneas  en uso de mi libertad que implica mi derecho a decirles lo que no quieren oír.

El presente asunto comienza con la prohibición de la procesión del Corpus Christi de mi parroquia castrense el domingo 29 de mayo de 2016, por la entonces concejala presidenta del distrito de Latina del Ayuntamiento de Madrid, Esther Gómez Morante, del partido Ahora Madrid, actualmente Más Madrid, en virtud de competencias ilícitas.

Durante los 5 últimos años he comunicado este hecho a los dirigentes del Partido Popular junto con las pruebas documentales de que la Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio, reguladora del derecho de reunión, es la normativa que establece la tramitación de actos religiosos en la vía pública, requiriéndoles a que la cumplan y la hagan cumplir, sin haber recibido hasta la fecha más que un displicente silencio que les prometo por lo más sagrado que van a pagar.

Es decir que, durante los 5 últimos, los dirigentes del Partido Popular han sido tan necios que han actuado igual que una dirigente de la extrema izquierda, discriminando a la población católica que constituye la mayoría del electorado popular.

Esta afinidad con la extrema izquierda no resulta extraña, viene de lejos, pues Feijóo hace tiempo que declaró a los medios de comunicación que no es cristiano y que no le pesa haber votado al PSOE años atrás.

Isabel Díaz Ayuso, cuya ejecutoria es totalmente divergente con la de las católicas damas votantes del Partido Popular, está acogiendo en el Gobierno de la Comunidad de Madrid a Concepción Dancausa Treviño, Consejera de Familia, Juventud y Política Social, y a Luis Martínez-Sicluna Sepúlveda, Viceconsejero de Familia, Juventud y Política Social que, en sus anteriores cargos de Delegada y Subdelegado del Gobierno en Madrid, quebrantaron reiteradamente la citada Ley Orgánica 9/1983, a pesar de mis numerosas solicitudes al respecto.

De Luís Martínez-Almeida Navasqüés, todavía alcalde de Madrid, discípulo de Judas y acreditado saltimbanqui, lo mejor que se puede decir es que deje la alcachofa y la cámara para enterarse de que el Ayuntamiento de Madrid está vulnerando la mencionada Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio, reguladora del derecho de reunión, por decisión de la concejala de Ciudadanos, Silvia Saavedra Ibarrondo, y de la funcionaria Sara Emma Aranda Plaza.

Cuca Gamarra, abogada de causas perdidas a quien no se conoce ninguna utilidad al margen de la política, secretaria general del PP y su portavoz en el Congreso de los Diputados, tiene a gala no responder a mis misivas intentando defender la ley para que España no sea la selva virgen en la que Vds impongan su ley.

Y es que son Vds tan botarates que se creen los amos del cortijo, priorizando los votos sobre las personas y subordinando la ley a su voluntad e ignorando que, como decía el viejo profesor Tierno Galván “El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla”.

Resulta evidente por tanto que la sandez, por muy aplaudida que sea, continúa siendo sandez, enfermedad muy extendida por su feudo político de la que les deseo que se curen.

A la militancia del PP, en especial a la andaluza, les pregunto qué diferencia encuentran entre estos déspotas y los detentadores del desgobierno de la nación.

Lógicamente cabe preguntarse a quién votar: desde luego a quien respete la ley y al ciudadano y si lamentablemente el puesto estuviese vacante, adoptar las acciones lícitas y racionales para remediarlo. En cualquier caso no es de recibo votar a quien contumazmente, a sabiendas, vulnera la ley, porque cualquier día puede darle por atentar contra cualquiera de nosotros vulnerando el artículo 138 del Código Penal que prohíbe el delito de homicidio.

Atentamente,

Efrén Díaz Casal

Coronel de Infantería (R)

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