El curioso e histórico origen de la expresión «poner en un brete»… al presidente.

Reconozco que he sentido vergüenza ajena viendo y escuchando los debates, viéndome a decir que los políticos que ocupan sus escaños en representación de los ciudadanos, han ido a justificar sus retribuciones riéndose de los ciudadanos, olvidando que están en la sede de la representación popular, y no en un concurso de monologuistas donde cada uno intenta demostrar que levanta más sonrisas que el adversario.

¡Pero no hacen gracia! ¡Ni gobierno ni oposición!

Si no me equivoco, las preguntas de control son conocidas previamente por el gobierno, con lo que afirmar que tienen tiempo de prepararlas es indiscutible, por lo que cabe suponer que las respuestas serán concretas y aportarán aclaraciones de interés general.

Pero la capacidad que demuestran es tan ridícula como algunas de las preguntas que hace la oposición.

Unos porque intentan poner en un brete al gobierno con preguntas capciosas, y los otros porque no entienden que son ellos los que han de contestar y someterse al control de la oposición, intentando ser ellos los que realicen ese control.

Cuando a alguien se le pone ante una situación difícil y sin escapatoria posible, solemos utilizar la expresión ‘poner en un brete’, una fórmula coloquial nada convencional. De igual manera, alguien está en un brete cuando pasa por un apuro semejante, sin posibilidad alguna de verse libre frente a tal situación. Lo decimos cuando uno lo está pasando mal o comprometido en un problema y además no puede librarse del atolladero en el que lo han metido de una u otra forma como les pasa al presidente y su gobierno.

Se trata de un recurso fraseológico muy habitual para evitar otras locuciones más sencillas, pero también menos precisas, como el caso de ‘poner en un aprieto’, donde queda patente que se trata de situar a alguien en un conflicto o situación comprometida, mas no siempre irremediable. Los chilenos y peruanos añaden como refuerzo expresivo coloquial ‘en amarillentos aprietos’, no se sabe bien si por qué, aunque probablemente tenga que ver con la ictericia o la misma palidez que causa un susto, siendo esta una de las acepciones que el DRAE da de la voz «amarillo», que, por otro lado, procede del bajo latín hispánico amarellus, diminutivo latino de amārus, que significa amargo.

La RAE la define como “Aprieto sin refugio o evasiva“, mientras que la palabra brete, la que dio lugar a la expresión, significa “Cepo o prisión estrecha de hierro que se ponía a los reos en los pies para que no pudieran huir”.

Se utiliza la expresión «poner en un brete» (y también en la forma ‘estar en un brete’) para indicar una situación de aprieto en la que un individuo no puede evadirse o recursos para sortear una dificultad.

La locución hace referencia al ‘brete’, el cual consistía en una especie de cepo de madera que en la antigüedad se le colocaba en los pies a un reo con la intención de que éste no pueda escapar.

El brete fue muy utilizado durante la Edad Media y formaba parte de los diferentes utensilios de tortura utilizados, tanto por las autoridades como por la Inquisición, para inmovilizar a un preso con la intención de sonsacarle una confesión mientras se ejercía algún tipo de castigo sobre éste.

También eran habituales los bretes en las plazas de cualquier población, en donde se colocaba al preso a modo de escarnio público. Algunos de esos cepos no solo mantenían agarrado por los pies al reo, sino también por el cuello y/o muñecas. El hecho de estar aprisionados e inmovilizados y no tener escapatoria alguna, fue lo que dio origen y sentido a la expresión.

Cabe destacar que, con el tiempo, se utilizó el término brete (el cual llegó al castellano desde el occitano ‘bret’ y a éste desde el alemán antiguo ‘brett’, cuyo significado era ‘tabla’) para denominar así al pasadizo (generalmente hecho de tablas) que existe en los mataderos por el que debe pasar el ganado que va a ser sacrificado.

Algunos están pensando en esta último acepción para hacerles pasar por el brete al Presidente y sus Ministros pero sin olvidar que los cristianos, que somos más pacíficos, nos contentamos con verlos en el brete, aprisionados en sus propias cacas, en el parlamento frente a la crítica de todos los españoles.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería.

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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