No hay que buscarle tres pies al gato: la caca flota.

La controversia está en una frase que se pronuncia por los presuntos catalanes indultados y en la que muchos tuiteros han querido ver un guiño del Gobierno al independentismo catalán, como lo es el caso vasco de la cesión de la gestión de la política penitenciaria a su Gobierno y el acercamiento de presos sanguinarios. Lo que se dice no es ni más ni menos que “lo volveremos a hacer”, sea esta con pistolas o con el aprovechamiento de las permisivas leyes democráticas libertinas. Dos frases que han sido escuchadas por boca de los independentistas, pero en futuro («lo volveremos a hacer» o «tenemos 200 presos encarcelados, por lo tanto debemos de apoyar a Sánchez»), en los dos últimos años en multitud de ocasiones. “Ho tornarem a fer”, se dice en la versión en catalán.

Y ahí es donde reside la polémica, en esa frase. Algo que no da sentido alguno para haber procedido a indultar a nadie.

Además, el Gobierno, que no lamenta el revuelo generado por este asunto, estas cuatro palabras, cree que lo que está ocurriendo es que, como suele decirse, se le están buscando “los tres pies al gato” cuando no hay segundas lecturas en el texto de su enunciado, al que bautizo como Cataluña no se hace sola, parecido al spot publicitario de una reconocida marca de espumosos, y que pone en valor el mensaje sociopolítico que conlleva.

No, España tampoco se hace sola. Se hace con dedicación, con paciencia, y con mucho cariño, como merecen todas las cosas que valen la pena. Por eso, cada vez que leo y recuerdo los problemas que he tenido en mis últimos años en el ejercicio de la profesión, denunciando el peligro que suponen los movimientos secesionistas vasco y catalán, yo también lo volvería a hacer.

Pero pese a que el Gobierno lo desmiente y en las informaciones y tertulias de los media no se muestre nada que apoye la teoría del guiño al soberanismo, en las redes sociales, las críticas no cesan en el resto de España; tanto por el trato que se pretende dar a los presos del soberanismo catalán como a los presos del Movimiento Nacionalista Vasco.

Seguramente hayas oído alguna vez la expresión «No le busques tres pies al gato» para indicar que no debe uno complicar lo sencillo o intentar probar lo imposible.

La expresión «buscarle tres pies al gato» se suele utilizar para definir situaciones en las que se está tentando a la paciencia tratando de explicar lo inexplicable o justificando lo injustificable, causando, con ello, malestar o molestia a otra persona. Pero, teniendo en cuenta esto, ¿no tendría más sentido que, en lugar de tres pies, dijésemos cinco? Buscarle tres pies (o patas, mejor dicho) a un gato es fácil, porque las tiene, pero cinco es ya rizar algo más el rizo, ¿no?

La razón de que esto sea así es que la expresión «buscarle tres pies al gato» es, en realidad, una deformación de otra anterior, concretamente de «buscarle cinco pies al gato, y no tiene más que cuatro», a la que se solía añadir, además, una coletilla burlona en forma de réplica: «No, que son cinco con el rabo».

Parece ser que, en origen, ese era el dicho: «Buscarle cinco pies al gato» y así aparece recogido en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas, publicado en 1627.

Según José Mª Iribarren, es un dicho corrompido, ya que el verdadero es buscar cinco pies al gato. Así lo explica Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana: “Buscar cinco pies al gato se dice de los que con sofisterías y embustes nos quieren hacer entender lo imposible; nació de que uno quiso probar que la gota del gato era pie”. 

Sin embargo, Cervantes en el Quijote usa el dicho actual y escribe: “buscando tres pies al gato“. En su Edición crítica del Quijote, Rodríguez Marín dice que esta frase proverbial significa “buscar ocasión de pesadumbre y enojo”, y añade: “Más corriente ha sido decir cinco pies, y parece más propio: lo uno, porque hallar tres pies a quien tiene cuatro es cosa fácil y nada ocasionada a pendencias, mientras que hallarle cinco es imposible; y lo otro, porque solía añadirse: y no tiene sino cuatro, y aun esta otra coletilla: no, que son cinco con el rabo“.

¿De dónde viene, finalmente y entonces, la versión de los tres pies? Fue Miguel de Cervantes el que reinventa el refrán en su obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha haciendo decir a don Quijote «no ande buscando tres pies al gato». Es muy probable que Cervantes conociera el refrán original, pero decidió dar esa vuelta de tuerca al dicho.

No sabemos a ciencia cierta el porqué de esa elección. Puede tratarse, simplemente, de una de las locuras de don Quijote, una nota de humor puesta en su boca. Además, puede que Cervantes decidiera hacer una broma lingüística y que aprovechara el doble significado de la palabra pie: como extremidad de los animales y como sílaba (pie métrico). Por tanto, la palabra «gato», que consta de dos sílabas, dos pies métricos, nunca podría tener tres pies.

No es frecuente que un dicho repetido a lo largo del tiempo cambie por el ingenio de un escritor, pero quizá el gran éxito de la novela de Cervantes hizo que la gente comenzara a repetir la broma de los tres pies llegando a eliminar el refrán original.

Pero esto que estamos viviendo y sufriendo los españoles no es para broma. No hay que buscarle ni tres ni cinco pies al gato: la caca flota, las cloacas están en la cúspide de la pirámide en todas las Instituciones.

Para terminar y como curiosidad: los franceses no le buscan cinco pies al gato, ¡sino al carnero!; sería preciso encontrar esta quinta pata en el carnero de La Legión para la solución de estos problemas porque la solución sociológica es inviable con estos políticos.

Chercher cinq pieds en un mouton / Buscar cinco pies al carnero

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería. (R)

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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