Reclutamiento, formación y preparación del personal de las FAS.

El elemento más valioso de toda organización o empresa es su personal. Su capacidad, su voluntad de trabajo y esfuerzo, su dedicación y, en definitiva, su profesionalidad, son claves para su óptimo rendimiento.
De todas las actividades humanas, la guerra es sin duda la más compleja. Actuar en ella, o prepararse para ella durante la paz, tiene unas características que requieren hombres y mujeres formados especialmente para ello. Para ganar la próxima guerra, o para proporcionar una disuasión efectiva, las FAS deben disponer de personal que posea una sólida formación humana, militar y técnica.
Este es precisamente uno de los grandes desafíos que tienen las fuerzas armadas modernas: dotar a su personal de una formación y entrenamiento que sea capaz de combinar los necesarios conocimientos técnicos, con la adecuada formación militar.
Una aceptable formación técnica sin la adecuada formación militar y humana, o viceversa, tendría unos efectos perjudiciales en el desarrollo de cualquier operación militar y una organización con esas características estaría condenada al fracaso. La carencia de formación en alguna de estas dos áreas, tendrá efectos distintos sobre la organización y sobre su eficacia, dependiendo si es en guerra o en tiempo de paz.
En paz, una sólida formación técnica de los componentes de las FAS junto con una escasa formación militar, producirá la falsa sensación de que la operatividad es aceptable, puesto que se es capaz de dar respuesta a los problemas técnicos. Sin embargo, en guerra, al faltar la formación militar, con toda seguridad fallará la disciplina, la cohesión, el espíritu de sacrificio y todas aquellas virtudes militares absolutamente imprescindibles para poder combatir estando sometidos a las tensiones psíquicas, al esfuerzo físico, al riesgo y a las incertidumbres que supone la guerra.
Por el contrario, una deficiente preparación técnica junto con una buena formación militar, producirá sin duda una falta de operatividad y rendimiento de las FAS en tiempo de paz, pero muy probablemente se intentará compensar esa carencia real con manifestaciones externas de disciplina militar, así como demostraciones de su supuesta preparación en exhibiciones o en ejercicios periódicos especialmente preparados. Todo ello creará la sensación de una falsa operatividad y, lo que es más grave, se puede llegar al convencimiento de que, en caso de guerra, el fervor, la disciplina y las virtudes militares se impondrán a las carencias técnicas. Naturalmente, si esas carencias son importantes, unas FAS en esas condiciones, están condenadas a ser derrotadas desde el comienzo de las operaciones.
Las características de los armamentos y sistemas, así como la avanzada tecnología de sus elementos, requieren para su empleo una gran variedad de expertos, cuyas especialidades cubran las necesidades de todo tipo que precisan las unidades para operar en las mejores condiciones posibles.
Las Fuerzas Armadas deben tener la capacidad de atraer y reclutar personal con la mejor preparación previa posible, en consonancia con los estamentos a los que pretende acceder (tropa, cuerpo de suboficiales y cuerpo de oficiales) y disponer de (o acceder a) los centros de enseñanza capaces de aportar la específica y necesaria formación humana, militar y técnica. Deberá lograrse que una vez incorporados a las unidades y organismos, tras su periodo de formación, el continuo entrenamiento técnico, la enseñanza de perfeccionamiento y el esfuerzo personal generen una experiencia operativa que redunde en beneficio de las FAS.
El proceso de formación desde su ingreso en las FAS tendrá por objetivos fundamentales:
• Incrementar la capacidad profesional y las cualificaciones técnicas para llevar a cabo las tareas asignadas.
• Preparar a los individuos para llevar a cabo funciones de dirección, gestión y supervisión.
• Identificar a los mejor capacitados para los ascensos a los puestos de mayor responsabilidad.
Por supuesto, no se pretende definir una estructura concreta de reclutamiento, enseñanza y adiestramiento, pero sí parece necesario resaltar algunos aspectos básicos que deben tenerse en cuenta al establecer esa estructura.

Formación humana y militar.
La formación militar consiste en la instrucción sistemática del personal en todos aquellos aspectos que contribuyan a incrementar su conocimiento sobre la ciencia y el arte de la guerra. Teniendo en cuenta lo anterior, la preparación del personal de las FAS para el futuro, requiere un esfuerzo continuo de investigación y análisis para asegurar que su formación les va a permitir enfrentarse con éxito a los retos venideros.
Las necesidades de formación serán muy variadas dependiendo del puesto que cada individuo esté llamado a ocupar, tanto dentro de su propio ejército como en los organismos comunes. La formación debe estar orientada a aumentar el nivel de profesionalidad global de todos y cada uno de los miembros de las FAS, de manera que les permita potenciar sus niveles de conocimiento y su legítima aspiración a perfeccionar continuamente su formación, preparándose para ocupar los distintos puestos y funciones que estén llamados a ocupar en el futuro. En ese futuro, la operación y el trabajo junto con nuestros aliados, así como el despliegue fuera de nuestras fronteras, será un denominador común, por lo que el proceso de formación deberá facilitarles el entendimiento de otras culturas y formas de pensar, el mayor dominio posible del idioma inglés y la capacidad personal para integrarse en equipos formados por otras nacionalidades y organizaciones militares y civiles.

Formación técnica y profesional.
Para no hacer excesivamente largo este análisis, solamente se va a hacer referencia a la formación de los oficiales procedentes de las Academias Generales de los ejércitos, pero hay que tener en cuenta que cada escala o cuerpo requerirá un análisis específico y, por tanto, una solución diferenciada, aunque la mayoría de los aspectos sean comunes.
Resulta urgente que las FAS en general y cada ejército en particular tomen las medidas necesarias para dar una solución permanente y efectiva a los problemas actuales. Para ello se ofrecen a continuación algunas ideas que deberían tenerse en consideración.
Para que un oficial pueda estar preparado para cumplir sus cometidos, tanto en las unidades como en los órganos de mando, dirección y gestión, así como para estar capacitado para ocupar los más altos cargos, existen una serie de áreas en las que debe ser experto. Se puede llegar a la conclusión de que sobre todas ellas destacan tres, que en realidad no son asignaturas concretas, sino áreas de conocimiento, por lo que cada una abarca una serie de aspectos que pueden ser numerosos. Las áreas en cuestión son:
• Ciencias relacionadas con la actividad fundamental de cada ejército o arma y sus técnicas asociadas.
• Pensamiento militar.
• Logística.
Naturalmente, cada ejército puede sentir la necesidad de cubrir algunos aspectos adicionales, pero parece que estas tres son comunes a todos, aunque en cada uno pueden tener matices diferenciados.
El área más diferenciada entre los tres ejércitos sería la primera, porque es la que atiende a las necesidades profesionales específicas de cada uno de ellos. El área de lo que se ha denominado “Pensamiento Militar” es la más amplia y difusa, y al mismo tiempo la más común entre los tres ejércitos. En ella pueden estar incluidos todos los temas de doctrina (militar, naval y aérea), pensamiento militar (incluida su evolución histórica hasta la actualidad), estrategia, geopolítica, etc. Hay que hacer hincapié en que los miembros de cada ejército deben estudiar las doctrinas y el pensamiento militar de los tres, aunque naturalmente deben dar un énfasis especial y mayor profundidad al estudio del propio.
La “Logística” es un área completamente abandonada desde el punto de vista doctrinal y como técnica de estudio en los tres ejércitos. Existe la tendencia a considerar que cuando un oficial lleva destinado una serie de años en el Mando Logístico u organismo similar, se le considera “experto” en logística. Grave error. En los Mandos o Centros logísticos no se aprende logística. Como mucho se aprenden los procedimientos de gestión que se usan en él, que no tienen porqué ser los más adecuados, ya que normalmente son fruto de “lo que se hace aquí”, pero todo eso no tiene nada que ver con el concepto técnico y amplio de lo que se puede considerar la verdadera logística.
Todos los profesionales de las FAS deben estar concienciados de que durante toda su vida profesional van a estar sometidos a un proceso de formación continua, dirigida, progresiva y controlada. Dicha formación tendrá como objetivo preparar a los profesionales para que puedan desarrollar su labor de la forma más eficaz posible y contribuir al proceso de selección y clasificación de los mismos, ya que deberá permitir demostrar sus conocimientos en las materias seleccionadas, así como su nivel de compromiso y, en definitiva, su profesionalidad.
La formación estará orientada básicamente a las áreas de conocimiento antes mencionadas. Dependiendo de la categoría militar se dará más énfasis a unas que a otras, pero todas ellas deben estar presentes desde el principio. Una posible forma de fijar los ciclos de formación es ligarlos a los diferentes empleos, de manera que los Tenientes, para ser aptos para el ascenso a Capitán, deberán haber superado la evaluación correspondiente, o haber alcanzado unos determinados “créditos”. De la misma manera, los Capitanes tendrán que superar las evaluaciones que se determinen para poder estar aptos para el ascenso a Comandante, y así sucesivamente.
Los resultados de las evaluaciones periódicas y sobre todo de la evaluación personal, deben ser públicos y tendrán un impacto directo y decisivo en la carrera profesional de cada individuo. Se deberán definir las medidas a adoptar en cada contingencia que se pueda presentar y ante el caso de suspender una evaluación.
Al margen de la formación permanente referida hasta aquí, antes de los cursos de Comandante, Estado Mayor y General, todos los aspirantes a realizar esos cursos deberán someterse a una formación previa específica a distancia, con una serie de asignaturas que se determinen con el fin de afrontar los mismos en las mejores condiciones, lo que permitirá a su vez que estos cursos sean realmente eficaces. Por ejemplo, en el caso del curso de Estado Mayor, esa formación previa se estima que no debería ser inferior a dos años.
Además de las evaluaciones periódicas a distancia durante el desarrollo de estos cursos de formación previos, deberá existir una evaluación general presencial que es la que finalmente decidirá los seleccionados entre todos los aspirantes para el curso en cuestión.
La formación se impartirá fundamentalmente a distancia, con ejercicios periódicos también a distancia, además de determinados seminarios y conferencias que se podrán impartir en las unidades o en los organismos que se considere más conveniente. Al final de cada ciclo de formación que se determine existirá una evaluación presencial de cada una de las áreas de formación.
A poco que se analice el plan propuesto, resulta evidente que la tarea que queda por hacer es ingente, pero imprescindible. En la actualidad falta prácticamente de todo para llevarla a cabo; no existe concienciación sobre esa necesidad, no se dispone de la orgánica ni de las infraestructuras adecuadas para llevarla a cabo, la legislación actual no contempla nada al respecto y, lo que tal vez sea más importante, no existe el personal adecuado para dirigir, controlar, impartir y evaluar el sistema de formación que se propone. Con toda seguridad, el aspecto que representa un menor impacto para todo este proyecto es el económico, porque no resultaría excesivamente caro, ya que en realidad se disponen de los medios humanos y materiales, pero naturalmente hay que reestructurarlos y reorientarlos. Sería necesario, e incluso conveniente, buscar le apoyo de personas y organismos ajenos a las FAS para algunas tareas. Naturalmente todo este proceso debe estar controlado por el Ministerio de Defensa, pero debería quedar claro desde el principio que, por mucho que se empeñen algunos en unificar todas las cosas entre los distintos ejércitos, la formación que se precisa para cada uno de ellos es completamente distinta a la de los demás y, por tanto, cada ejército debe ser autónomo en su gestión y aplicación, con los controles que se fijen por parte del organismo central.
Como se ha dicho anteriormente, la tarea que queda por hacer es de una gran magnitud y complejidad, requerirá grandes esfuerzos a todos los niveles, exigirá cambios importantes en la organización, en la legislación y en la mentalidad de todos, pero no hay elección. La alternativa es seguir como hasta ahora, o hacer algunos cambios cosméticos para engañarnos a nosotros mismos; en ambos casos el resultado será idéntico: unas FAS poco profesionales, cada día más distantes e incapaces de afrontar las nuevas tecnologías, y con una política de personal inadecuada, injusta y nada transparente.

Entrenamiento técnico.
Dada la gran variedad de especialidades y técnicas distintas que son necesarias para la operación de las FAS, el entrenamiento adecuado en todas ellas supone un esfuerzo enorme, tanto en medios (materiales y económicos) como en personal. En tiempo de paz, habitualmente se considera que todo el personal de las FAS se encuentra permanentemente en entrenamiento. Con ello se da idea de que su actividad habitual tiene como único objetivo preparar a dicho personal para que pueda desarrollar su función en cualquier momento y en todas las circunstancias y condiciones que se puedan presentar.
Uno de los medios existentes para potenciar el entrenamiento y simular condiciones externas y ambientales que no se dan en tiempo de paz, son los ejercicios militares, los cuales, realizados a menudo y con realismo, constituyen una de las formas más efectivas de entrenamiento. Cuanto más realistas y complejos sean los ejercicios realizados en paz, mejor preparada estará la fuerza para sobrevivir y ganar en combate.
Dichos ejercicios deben simular las condiciones reales que cabría esperar durante un conflicto previsible, incluyendo las probables degradaciones de los sistemas de comunicación, de avituallamiento y a las propias bases militares, evitando la tendencia a suponer que los cuarteles generales y los propios acuartelamientos de las fuerzas son santuarios.
Otro requisito imprescindible de los ejercicios es que deben ser rigurosamente evaluados, con el objeto de extraer conclusiones y enseñanzas para ser aplicadas en el futuro. Las evaluaciones de los ejercicios deben ser llevadas a cabo por expertos en las diferentes áreas, quienes plasmarán en los informes correspondientes los problemas y errores cometidos, así como las circunstancias generales y particulares de cada caso. Requisito fundamental de las evaluaciones es que, una vez obtenidas las conclusiones definitivas y elaborado el informe final, los participantes en dicho ejercicio deben ser informados e instruidos, cada uno en su área respectiva, de los pormenores, enseñanzas extraídas y correcciones a introducir en las técnicas y en las tácticas para el futuro, a la vista de los resultados.
El proceso de desarrollar y comunicar “las lecciones aprendidas”, tanto en ejercicios como en operaciones reales, debe estar institucionalizado y deducir las que correspondan a los niveles de dirección, mando y ejecución, así como tener las adecuadas vías de difusión de las mismas a cada uno de estos niveles en el menor tiempo posible.
Existe una tendencia generalizada a confundir las condiciones de un futuro conflicto con las actuales, o lo que es peor, con las condiciones existentes en el último conflicto. En este sentido, Douhet fue explícito cuando afirmó que “la victoria sonríe a quien opera las transformaciones de las formas de la guerra, no a quien se adapta a las transformaciones mismas”. No obstante, en la práctica, resulta imposible saber con precisión cómo va a ser el próximo conflicto. Por esa razón, hay que evitar hacer previsiones sobre los futuros conflictos basándose únicamente en las experiencias pasadas. Es preciso no olvidar que la próxima guerra, como la última, estará dominada “por el riesgo, la incertidumbre y la fricción” (Clausewitz).

Experiencia operativa.
Para el militar profesional, la experiencia operativa es el elemento más importante de su preparación. Esta experiencia es lo que va a validar, o en su caso hacer inservibles, los conocimientos y las habilidades adquiridas durante el entrenamiento, así como la formación militar, la formación técnica y el esfuerzo personal.
La experiencia operativa va a permitir a cada individuo crear las bases del conocimiento práctico de su especialidad, lo que en el futuro le servirá para poder asumir puestos de mayor responsabilidad. No obstante, establecer los tipos y niveles de experiencia profesional necesarios para los muy diversos puestos, especialidades y funciones que existen en las FAS, es una tarea compleja y que supone un gran desafío. La experiencia operativa válida para una determinada persona puede que no sea adecuada para otra, aunque hay determinados aspectos o materias comunes a todas ellas. Sin lugar a dudas, la forma más productiva de obtener experiencia operativa es en los niveles más bajos de la estructura orgánica. Es aquí donde la experiencia obtenida está siempre más cerca de la realidad.
Las distintas escuelas militares pueden proporcionar los conocimientos básicos, la habilidad para desarrollar una especialidad y las guías para llevar a cabo una función. No obstante, la experiencia, formación y entrenamiento operativo, son absolutamente imprescindibles para poder tener el conocimiento y la comprensión necesaria de los problemas reales y de las capacidades de las fuerzas militares. Mediante la teoría se pueden establecer una serie de ideas conceptuales, pero solo la práctica permitirá aprenderlas realmente.
La manera de obtener experiencia en las unidades operativas es a través de la ejecución de los planes de instrucción y adiestramiento. Estos deben reflejar, en la mayor medida posible, los requisitos operativos adecuados para la operación de una unidad y capacitarán a sus componentes de las aptitudes necesarias para el combate. Estos planes no deben ser sustituidos por los ejercicios, ni viceversa, pues los dos en su conjunto aportan la capacidad de cumplir determinados requisitos operativos y la simulación de situaciones de combate en las que son de aplicación.

Esfuerzo personal.
El esfuerzo personal es esencial para obtener el máximo provecho de la instrucción recibida, así como del entrenamiento cotidiano y de la experiencia operativa acumulada. Sin él, los otros elementos en los que descansa la enseñanza y preparación no dejarán en el individuo la huella necesaria para la mejora de su formación, la eficacia de su trabajo y el beneficio para su ejército y las FAS en general.
De la misma manera, si los cuatro puntos tratados hasta ahora fallan o no alcanzan la calidad necesaria, el esfuerzo personal no será suficiente, por mucho entusiasmo que se empeñe a nivel individual, y el resultado será la falta de confianza de los mismos, el desengaño y la frustración.
Lograr de forma espontánea y natural el esfuerzo personal de cada uno de los componentes de las FAS, no es algo que se pueda alcanzar solo por las leyes y reglamentaciones, sino que exige una correcta motivación, de forma que les impulse a la continua superación y autoestima para enfrentarse a los retos técnicos, operativos y profesionales cotidianos.
Por todo ellos, cada uno de los ejércitos, además de poner los medios y la organización necesarios para proporcionar un adecuado nivel de preparación a sus hombres, debe disponer de una política de gestión de los recursos humanos que potencie la formación y preparación global, como único medio para garantizar el adecuado esfuerzo personal por parte de sus componentes.
El liderazgo ejercido en el desarrollo de la actividad y en el ejercicio de las responsabilidades de cada uno, el valor y la lealtad, el sentido de la responsabilidad y la asunción de las consecuencias de su ejercicio, la renuncia a los amiguismos y el reconocimiento de la valía de los demás y de sus diferentes opiniones, deberán ser características de todos los componentes de las FAS. Estas son las cualidades que alentarán y garantizarán el esfuerzo personal.

Tte. Gral. Santiago San Antonio Copero (E.A.).
Gral. de Bgda. Joaquín Sánchez Díaz (E.A.) (R).



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