La nación cultural.

Una tradición nacionalista de base alemana apuesta por una interpretación del hecho nacional capaz de concluir en la idea de nación cultural en los mismos términos que defienden los nacionalistas vascos y catalanes.

La obra de Fichte, especialmente sus «Discursos a la nación alemana» supone un claro avance en la definición de este tipo de nacionalismo y en la construcción de una idea de nación cultural. Como en vascongadas y Cataluña su preocupación por la educación deja claro el alcance de su filosofía política: «… la nueva educación debería consistir precisamente en aniquilar por completo la libertad de la voluntad ya desde la base que ella pretende cultivar, y a cambio hacer surgir en la voluntad una necesidad rigurosa en las decisiones y una imposibilidad de lo contrario; a partir de esto se podría contar y confiar en ella con plena seguridad.» Inmediatamente después aborda la decisiva cuestión de la lengua, puesto que «… no es realmente el hombre quien habla, sino la naturaleza humana es quien habla en él y se manifiesta a sus semejantes.»

El punto de partida a este respecto en España es la distinción entre lo que son lenguas vivas y muertas. Una lengua viva, como se quiere hacer del vasco y del catalán es la que posibilita que la formación espiritual penetre en la vida, que esa formación se imponga sobre el mero ingenio en que naufragan los pueblos con una lengua muerta, o que se quiere matar en determinadas Comunidades, que los valores del esfuerzo y del sacrificio dominen sobre superficiales actitudes hedonistas. De un pueblo con una lengua muerta no puede surgir ninguna idea genial, verdaderamente creadora, al carecer de la capacidad de expresión originaria. Y a partir de estas premisas puede llevarse a cabo la exaltación nacionalista de lo vasco o lo catalán: «… sólo el alemán el hombre originario y no muerto en un estatuto arbitrario, tiene derecho a contar con un pueblo, y sólo él es capaz del amor verdadero y racional a su nación.»

Poco significó para Fichte la confusión entre el interés de la causa alemana y la causa de la humanidad, como sucede ahora en los casos que analizamos en España. Lo que en los «Discursos para la nación alemana» fueron la exaltación de la cultura germánica, el desprecio hacia Francia, la defensa para su País de la condición de la guía de Europa y la necesidad de una celosa defensa del alma nacional contra el disolvente influjo exterior lo tenemos como un espejo que lo reproduce en vascongadas y Cataluña A partir de aquí, será cuestión de tiempo y de lógica deducir lo que ya está ocurriendo, una vigorosa acción política, como la que se está llevando a cabo en Cataluña a la que seguirá vascongadas, que defienda la pureza de la raza en vascongadas, de la lengua y de la historia en Cataluña, fundamento último de un alma nacional capaz de llevar adelante tan altas y singulares misiones.

¿Les suena todo esto de lo que estamos hablando? A mi sí.

Basado en Andrés de Blas Guerrero, «Nacionalismos y Naciones en Europa», Alianza Universidad, Madrid, 1994.

Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.

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