Ministra Calviño y Díaz o «Quedar peor que Cagancho en Almagro».

Con ocasión de la derogación de la reforma laboral en la que la que la Sra Calviño ha perdido toda credibilidad de manejar algo del Gobierno, me viene a colación que la tauromaquia ha dejado un leguaje único utilizado en el día a día de la vida social de las personas hispanohablantes.

Entre las muchas expresiones que vienen del lenguaje taurino hay una, quizás no tan extendida como otras, pero que solemos escuchar habitualmente; «Quedar peor que Cagancho en Almagro».

Una acepción expresada habitualmente para exagerar que una persona ha quedado francamente mal en un momento concreto y, en este momento más por ser muy importante para la economía del País: las tesis comunistas no parecen que sean las mejores para enderezarlo y, los cantos al cielo realizados por la Ministra de Hacienda respecto a la recuperación laboral de octubre se deben a la reforma o se han dado con la reforma que se quiere derogar, cuestión que le hace «Quedar peor que Cagancho en Almagro», si analizamos un poco en profundidad la situación y las decisiones de este Gobierno.

¿De donde viene esta expresión?

Joaquín Rodríguez Ortega «CAGANCHO» nacido en el año 1903 en Sevilla, estando en activo desde 1924 hasta 1954, fue un gran torero español, haciendo símil en el fútbol, como una de las principales figuras futbolísticas de hoy en día, que gozó de tardes triunfales.

Tanto es así que anunciándose el 27 de agosto de 1927 en la pequeña localidad de Almagro, la expectación fue tal, que podríamos decir siguiendo con el símil del fútbol, (sería como si hoy día el Real Madrid con todas sus estrella se enfrentara a un modesto equipo de tercera división), se produjera una auténtica marea para ver al torero sevillano. Pues el torero era un auténtico líder de masas con una capacidad de atracción que por entonces tenía capacidad de ostentar muy poca gente.

Él único medio transporte que por aquel entonces comunicaba de manera regular con Almagro era el ferrocarril, la red de carreteras todavía estaba inventándose. Y aquel día llegó a la estación de Almagro con gente subida a los estribos, sentada en los topes, en cualquier parte. El tren venía repleto de personas que habían pagado en Ciudad Real auténticas fortunas en la reventa para poder estar en aquella corrida.

Como podréis imaginar el lleno fue absoluto, hasta tal punto que horas antes del comienzo de la corrida de toros no cabía ni un alfiler en el coso taurino. Márquez y Manuel del Pozo y los toros de Pérez Tabernero eran los otros dos matadores y ganadería que conformaban el cartel de ese día. El primer germen de aquella mala tarde fueron largos minutos en los que el personal estuvo embotellado en la plaza, codo con codo, pasando un calor atronador debido al gran sol que lucía, bajo rumores de que el mediático Cagancho no llegaría a aquella modesta plaza. La gente rumoreaba constantemente que el maestro no había llegado al municipio, hasta que a la hora punta para el inicio de la corrida Cagancho apareció para hacer el paseíllo.

En un pasaje de la lidia, su primer toro y tercero de la tarde (pueden imaginar ustedes como estaba la gente de calor y de impaciencia ya tras varias horas apretujados y pasando calor) ante un derrote de su antagonista Cagancho perdió el capote y hubo de salir por piernas. Comenzando ahí una sonora bronca hacía el maestro.

El toro, feroz y con mucho peligro no le puso la papeleta fácil a Cagancho, hasta tal punto que a la hora de entrar a matar este pincho varias veces en sitios éticos prohibidos para los toreros, algo que todavía calentó mas el ambiente. Hasta tal punto que el jefe del destacamento de la Guardia Civil dio orden para que nadie pudiera saltar al callejón. Tras varios pinchazos y otros tantos descabellos de Cagancho el enfado del público fue monumental, y comenzaron a llover objetos de todo tipo a la arena. Botas, botijos, adoquines, y todo objeto sólido allí existente.

El último toro de la tarde, un imponente burel mato a varios caballos, mostro ferocidad lo que impidió el lucimiento del maestro, que en uno de los desarmes hubo de poner pies en peteneras y salir corriendo hacia las tablas. El cabreo del público ya era insoportable, el jefe de la guardia civil y sus hombres comenzaron a ganarse el sueldo. De tal peligro era el toro, que tras el tercer aviso Cagancho intentaba dar muerte al toro desde la barrera. Todavía con el toro vivo en el ruedo comenzaron a saltar al ruedo los primeros aficionados con intención de apalear al torero, a los minutos era toda la turba enfervorecida la que quería linchar literalmente al torero gitano, tal fue la situación que torero y cuadrilla hubieron de salir de la plaza espada en mano.

La cosa fue tan a mayores que el destacamento de caballería del ejército cargo contra aquella muchedumbre enfervorecida, tras los disturbios que siguieron a la marcha de Cagancho, escoltado por decenas de guardias civiles hasta el ayuntamiento donde literalmente lo querían matar. Tal fue la batalla campal que allí aconteció y todo cuanto trascendió en los periódicos de la época que aquello marco a la sociedad española forjando en su vocabulario la frase de; «Quedar peor que Cagancho en Almagro».

Esperemos que con la Cagancha del gobierno, no haga falta sacar a los destacamentos del Ejército de los Cuarteles.

Basado en crítica taurina de Imanol Sánchez, modificada al caso. http://imanolsanchez.com/

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