La estúpidez humana no tiene fin: las escuchas.

“La incredulidad crece por momentos entre los profesionales que han trabajado en los sistemas de seguridad presidenciales españoles con la versión del Gobierno sobre el espionaje con Pegasus. Según el argumentario de Pedro Sánchez, el Gobierno no se ha enterado del robo de datos del móvil presidencial hasta pasado un año. Todos los terminales claves del Gobierno, por supuesto, el del presidente y los ministros, cuentan con un sistema de cortafuegos diseñado por Indra que limita al máximo los ataques externos y, en caso de ser vulnerado, alerta del ataque de forma inmediata.  No pasado un año.

Pegasus es un sistema muy potente. Nadie lo pone en duda. Pero profesionales del sistema de seguridad presidencial sí ponen en duda la versión del Ejecutivo de que no se ha podido tener conocimiento del ataque a móviles del Gobierno hasta pasado un año.

Fuentes relacionadas con el sistema de seguridad presidencial español a las que ha tenido acceso OKDIARIO señalan que “Pegasus es muy potente, pero los sistemas de protección españoles en absoluto pueden ser calificados de débiles, ni mucho menos”. Estas fuentes aluden a los sistemas de encriptado de conversaciones y cortafuegos de los que disponen los móviles gubernamentales. Sistemas que reducen de forma más que significativa la posible vulneración de los móviles y que, en caso de ser superados, alertan de la intrusión.

“Es prácticamente imposible que no se haya tenido conocimiento de ese ataque a los móviles hasta pasado un año”, aclaran las mismas fuentes.
Y si es así, la gran pregunta vuelve al debate: ¿Por qué no se comunicó en su momento la entrada en los móviles del presidente y de otros ministros?
Este mismo martes OKDIARIO desvelaba el informe remitido por el CNI al Gobierno dando explicaciones a sus ministros de cómo descubrir la intoxicación por Pegasus en sus móviles. Y el manual fue remitido en julio de 2021.

La intrusión en el móvil de Pedro Sánchez y la ministra Margarita Robles, además de desvelar una brecha en la seguridad del Estado, deja muchas preguntas y una certeza: el Gobierno ya no compromete la continuidad de la directora del CNI, Paz Esteban, a pesar de que la seguridad del Gobierno no depende de este centro, sino del Departamento de Seguridad de Moncloa, que cuando se produjo el espionaje estaba bajo las órdenes de Félix Bolaños, entonces secretario general de Presidencia del Gobierno y ahora ministro de la Presidencia.

¿Pero de quién depende la seguridad de La Moncloa? ¿Del CNI?

No. Depende del Departamento de Seguridad de Moncloa, que es el órgano encargado de la protección del personal, edificios e instalaciones del Complejo de la Moncloa, así como las funciones y actuaciones necesarias para la seguridad integral del presidente del Gobierno y otras personas e instalaciones que determine la persona titular de la Dirección del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, en coordinación con el Ministerio del Interior.

¿Quién es el responsable del Departamento de Seguridad de La Moncloa?

El director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, esto es, el jefe de gabinete de Pedro Sánchez, que es Óscar López, aunque orgánicamente el Departamento de Seguridad está adscrito a a la Secretaría General de Presidencia, que en la actualidad ostenta Francisco Martín, pero cuando ocurrió el espionaje al móvil de Pedro Sánchez era Félix Bolaños, actual ministro de la Presidencia, quien la dirigía.

¿Quién supervisa la seguridad de las comunicaciones del Gobierno? ¿El CNI o Presidencia del Gobierno?

Dentro de la Secretaría General de Presidencia está enmarcado el Departamento de Coordinación Técnica y Jurídica. Y, a su vez, de éste depende la Unidad de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, que vela por la integridad de las comunicaciones. Su trabajo se realiza en coordinación con el Centro Criptológico Nacional.

¿De quién depende la Unidad de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones?

Del secretario general de Presidencia del Gobierno. De nuevo, en la actualidad es Francisco Martín, pero cuando ocurrió el espionaje al móvil de Pedro Sánchez era Félix Bolaños.

¿Queda claro para los lectores?

Si. Queda meridianamente claro.

Software Pegasus

El autor de ese informe fue el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Y elaboró un extenso manual para detectar el software Pegasus en teléfonos móviles iPhone, justo semanas después de que móviles del Gobierno de Pedro Sánchez hubiesen sido víctimas de espionaje. Este manual fue entregado al Palacio de La Moncloa en julio de 2021, después de que los móviles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, resultaran infectados, según las fechas facilitadas el ministro de Presidencia, Félix Bolaños. El organismo que lo elaboró fue el Centro Criptológico Nacional (CCN), adscrito al CNI.

OKDIARIO ha tenido acceso en exclusiva a este manual, titulado de la forma plenamente evidente de Detección de software Pegasus en dispositivos iPhone. El informe consta de 15 páginas en las que se explican de manera minuciosa todos los pasos que hay que seguir para detectar este software en el interior de cualquier dispositivo telefónico de Apple.

Casualmente, se trata del dispositivo que usa el presidente del Gobierno y la mayoría de sus ministros. El CNI resumía así el contenido del informe: “Este documento describe los pasos para comprobar si un dispositivo móvil iPhone, mediante el análisis de su backup, puede haber sido infectado con el software Pegasus”. (OK-DIARIO 3MAY2022)

Después de ofrecer al lector un muestrario de la estupidez humana a través de OK-DIARIO 3MAY2022 del comportamiento de los miembros de este Gobierno, sólo resta abordar un problema. Un problema desagradable, pertinaz, y sin embargo esencial. Abrigo la esperanza de haber demostrado el elevado costo, los peligros y los males de la estupidez. Naturalmente, se plantea el siguiente problema: ¿Es posible curar la estupidez de los miembros de este Gabinete?

El mejor modo de determinar la naturaleza secundaria, derivada, no congénita de la estupidez consiste en observar su desarrollo en los niños. Un niño inteligente se idiotiza gradualmente, durante su primera pubertad (es decir, en el tercer o cuarto año de su vida). Caracteriza a este período el persistente y vigoroso deseo de conocimiento sexual. Si dicho deseo es objeto de grosera y arbitraria represión como es el caso, y si se le aplican una serie de calificativos injuriosos, el niño reprimirá su instinto y su deseo de conocimiento. Se comportará como si nadie supiera de todo ello… y aún lo fingirá en su fuero interno. Pues para todos los niños es muy importante estar seguros del amor y del apoyo de sus padres y del medio. Este no querer saber (que incluye cierto elemento de venganza infantil) fácilmente puede ser transpuesto a otros campos. Una vez que el niño advierte que no es conveniente saber, no tarda en alimentar verdadero temor al conocimiento… y finalmente se convierte en auténtico estúpido. Existe, como sabemos, sólo un tipo de auténtico conocimiento… y es el que se relaciona con la humanidad. Si no permitimos su libre desarrollo o, mejor dicho, si no sabemos orientarlo, ni le permitimos hallar formas compensatorias adecuadas, fomentaremos artificialmente la estupidez de niños y de adultos. Crearemos inválidos sociales. Esta condición psicológica generalmente acompaña al niño a medida que se transforma en adulto, y su expresión en el hombre o en la mujer es también la estupidez.

¿Cuán a menudo hallamos personas incapaces de juzgar con independencia, de tomar sus propias decisiones, con prescindencia de lo que otros hagan? Si tienen alguna iniciativa, si conciben un pensamiento original, sienten que no pueden estar en lo cierto. Pero apenas oyen o comprueban que otros dicen o hacen lo que ellos habían pensado, se sorprenden o amargan, porque hubieran podido decir o hacer lo mismo. La estupidez es el resorte tanto de las actitudes antisociales como de los casos extremos de conformismo… engendra tanto a los anarquistas como a las masas gregarias de los países totalitarios.

Es indicio del oculto temor al conocimiento el hecho de que la gente introduzca constantemente en su conversación las expresiones: “No lo sé”, o “¿No le parece?” Cuando desean decir algo profundo o importante, empiezan por disculparse, porque no se sienten seguros de sí mismos.

Otra fuente de estupidez, como ya hemos visto, es la duda. Se expresa bajo la forma de una aparente parálisis cerebral. Ocurre a menudo que el dudoso encara los problemas con claridad y sensatez; el inconveniente reside en que duda de su propio conocimiento, en que no confía en su propio saber. También puede considerar que todos los problemas tienen dos aspectos, y que cada problema admite dos soluciones… y debido a las dudas que lo aquejan, teme expresar cualquiera de ellas. Muchos procuran superar esas dudas mediante la burla y el cinismo. Lo consiguen… pero sólo superficialmente, pues en lo más hondo de la personalidad persiste el sentimiento de inseguridad.

El origen de la estupidez puede hallarse en la infancia, en la duda y también en la vida de los instintos. O la víctima es ignorante, y está insegura de que sus deseos sean ética y socialmente correctos, o sus emociones y sus deseos chocan entre sí, y este conflicto provoca la duda que influye todas las funciones mentales, domina los procesos del pensamiento y por lo tanto engendra estupidez.

Es el fenómeno que denominamos “ambivalencia”.

Tiene muchas formas: odio y amor, actividad y pasividad, características masculinas y femeninas que luchan unas con otras. Estas fuerzas opuestas, pero de igual intensidad convierten al espíritu en permanente campo de batalla. La estupidez libera al hombre de este doloroso estado; y aunque la estupidez es esencialmente una condición dolorosa, el sufrimiento es en ella menor que cuando se padecen los tormentos de la duda. Por consiguiente, a la frívola pregunta: “¿Hace bien ser estúpido?”, a veces podemos responder afirmativamente.

Sin embargo, el hombre psicológicamente sano no puede ser estúpido. Créase o no en el psicoanálisis y terapias semejantes, no es exageración afirmar que uno de los más importantes y de los más felices descubrimientos de nuestro siglo es el siguiente concepto, rara vez bien comprendido: Sabemos ahora que la estupidez es un problema de carácter médico… y, por consiguiente, la estupidez es curable.

Suponiendo, naturalmente, que alguien del Gobierno quiera ser curado; lo que se pone seriamente en duda por la soberbia y prepotencia que emana de todas sus erradas decisiones.

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