«De punta en blanco».

Las mujeres benahoaritas, nombre con el que se identificaban a los aborígenes de la isla de La Palma, no eran los seres «débiles y tímidos» que esperaban los conquistadores castellanos. En palabras del historiador Abreu Galindo, «eran fuertes, de gran ánimo e iniciativa». No le tenían miedo a la guerra, sino que asumían el mando de gobierno en periodos bélicos.

Entre todas ellas, la historia destaca a Acerina, la esposa de Tanausú, el último caudillo de la isla que se resistió a la conquista. Su determinación era tal que, al ser apresado su amado, pidió ser emparedada viva para cumplir una profecía. Seis siglos después, a Acerina Guillén (El Paso, 1983), le viene a la mente otro vaticinio, el que afirmaba que «este iba a ser el año bueno».

Acerina Guillén ha tenido que cambiar dos veces de residencia desde que se iniciara la erupción volcánica en Cumbre Vieja. El día 1 de noviembre, tuvo apenas una hora para dejar atrás su vida en Puerto Naos. Lo primero que cogió fueron las escrituras y los tres coches (un Fiat Talento, Opel Vivaro y Ford Custom Titanium) de su empresa, Aceshuttle, la primera compañía de transporte de viajeros vip con chófer de la isla.

«Apenas teníamos tiempo, así que me centré en las cosas de mi oficina. Salí con lo puesto», relata al interlocutor Luigi Benedicto Borges. Las pertenencias que sacó de su casa cabían en una mochila: una muda, una estampita de su abuela y los relojes de su abuelo y su tío, ya fallecidos.

En ese momento, ni se le pasaba por la cabeza que ese uniforme «para un día» sería el que le permitiría presentarse de punta en blanco ante el encargo más inesperado, mover por las sinuosas carreteras de la isla al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a su comitiva. Pero al segundo día, los cortes de tráfico impidieron a Acerina llegar hasta el Túnel Nuevo de la Cumbre, conocido popularmente como Túnel del Tiempo por el contraste de temperatura que se produce al cruzar desde El Paso a Santa Cruz de la Palma

En los ejercicios para combate, los caballeros medievales empleaban armas de hierro ordinario que carecían de filo y llevaban en la punta un botón, como los floretes con que se aprende esgrima. Recibían el nombre de armas negras, en oposición a las que se usaban en los torneos, que eran de acero filoso y tenían el extremo afilado o, como se decía entonces, la punta en blanco. En esas lizas, los contendientes se presentaban ante el árbitro o maestro de armas acompañados de sus escuderos, quienes portaban los yelmos con sus penachos y los respectivos escudos.

La gran pompa de esta ceremonia con música de fanfarrias y el espectáculo de las armaduras  relucientes y los estandartes al viento quedaron asociados a la frase «estar de punta en blanco», que tomó el sentido de mostrarse con las mejores galas. En aquellas épocas, la imagen del caballero totalmente equipado con sus arreos guerreros y listo para la pelea debía ser un espectáculo impresionante que quedó en la imaginación popular y que ha llegado hasta nuestros días. Con el paso del tiempo y la desaparición de esos soldados acorazados, la frase original fue perdiendo su significado primitivo para convertirse en sinónimo de elegancia y galanura en el vestir.

Acerina, vestida siempre con americana y con unas prominentes gafas de sol que se enredan con su larga cabellera, conduce con la misma suavidad con la que le brota el acento palmero en una carreteras que son de todo menos amables. La tranquilidad al volante le viene desde pequeña, cuando acompañaba a su padre a las plataneras de Fuencaliente con sus dos hermanos mayores. Los tres iban turnándose para colocarse sobre los muslos de su progenitor y «conducir un ratito» por la escarpada carretera. Era el momento más divertido de una jornada que por lo demás se hacía eterna.

Pasaron los tiempos feudales, pero el dicho subsiste y del dicho al hecho no hay mucho trecho en este caso: Acerina está lista para la pelea, la dueña de la primera compañía de transporte de viajeros VIP de la isla, desalojada dos veces, es la encargada de trasladar el presidente y su comitiva en sus visitas a la isla, «de punta en blanco».

Ahora se aplica a cualquiera que luce impecablemente desde el peinado hasta los pies. Vestidos de punta en blanco. Como para un torneo… de  elegancia, para trasladar al Presidente entre un fuego y cenizas que han dejado un pueblo pobre y sin sustento ni techo. Pero el Presidente y su comitiva…, de punta en blanco. Muy propio.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería.

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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