Contra un Presidente mentiroso y falaz, cobarde y mercenario.

«Hay tantos burros mandando hombres inteligentes que a veces pienso si la estupidez es una ciencia». António Aleixo.

No voy a ser tan educado como mi General de Infantería de Marina al dirigirme a semejante elemento; General que tiene patente de Corso, del latín cursus, “carrera”, licencia, término que hacía referencia tanto a los marinos como a los navíos, ya sean de las armadas o de particulares, quienes adquirían la condición militar en virtud del permiso concedido por una autoridad suprema. El corso tiene cierta similitud con la piratería, pero es legal por el gobierno, en las antípoda del suyo, por lo que la diferencia teórica entre un pirata como usted y un corso radica en la legalidad de sus actos como queda plasmado en la Ley Orgánica de Derechos y Deberes del militar profesional. ‘‘El pirata es por mar lo que por tierra es un salteador de
caminos; y el corso es por mar lo que por tierra es un guerrillero.»

Como ejemplo más palmario, tenemos al español Amaro Rodríguez-Felipe y Tejera Machado, conocido popularmente como Amaro Pargo. La tradición popular le atribuye numerosos hechos que no cuentan con bases históricas sólidas o no están lo suficientemente documentados. Entre ellos que el Rey de España lo declarase «Señor de soga y cuchillo», un título de época medieval que confería al que lo poseyese jurisdicción para castigar, incluso con la pena capital.

Piratería deriva del verbo griego πειράω, «peiraoo», que significa ‘intentar la fortuna en las aventuras’. Otros creen que proviene de Πύρος, «pýros», «fuego», siendo por tanto el término pirata equivalente a incendiario. Tenemos fascinación con los piratas y solo pensar en los éxitos de series y películas de piratería así lo confirma. El Gobierno y usted se han convertido en piratescos clanes incendiarios para nuestro hábitat natural y este artículo nos mostrará apenas algunas escenas del drama.

En un mundo tan discordante al plano moral que hemos desarrollado y asumido, muchas veces hipócritamente, el denominador común es matar para comer, comer para vivir. La naturaleza no es precisamente una dulce referencia en sí misma pues casi todo ser vivo mata para subsistir y matar no es moralmente aceptable dentro del pensamiento humano moderno… en teoría.

La moral eleva al hombre sobre impulsos naturales. Sin embargo, procesos políticos involucionistas, como los suyos, nos empujan en reversa. La desconexión progresiva del individuo con la familia y de esta con las Instituciones formales e informales, lo separa del sentido de fusión a su comunidad, a la sociedad, y de ahí, a la humanidad misma. Eso es lo que han conseguido ustedes con su política que, le recuerdo, si no lo sabe, es impulsar, orientar y dirigir procesos económicos y sociales para el bien de la comunidad.

Es imposible dejar de considerar este exabrupto que ha soltado usted como el efecto de haber escuchado a sus más recientes compinches en ilegalidades entre los que sobresale uno, Alejo de la Torre, quienes tienen años de gritar a los cuatro vientos su frasecita de “a la prensa se le paga o se le pega”, por cierto, ahora dispuestos a destruir la credibilidad del sistema de ascensos al impulsar desde donde se encuentre su llegada al generalato con el nombramiento de “amigos” en la cúspide del Cuerpo Jurídico militar.

A causa del derecho de antejuicio, hoy aforamiento, usted se escapa de la responsabilidad legal. Tampoco me importa, aunque lo lamento porque esto, creo yo, es resultado del pacto de corruptos. Cuando yo critico, como cualquier ciudadano, lo hago de frente. Nada de “me dijeron”. Exijo eso de quienes están en desacuerdo conmigo, porque lo peor es la cobardía. Ser mentiroso compulsivo es, a mi criterio, una perturbación psicológica no siempre curable, y esto conlleva a la vez el problema de tener a alguien así en el mando presidencial y, a usted, con el agregado de la debilidad de carácter para no obedecer ni escuchar a quienes asesoran en beneficio de la Defensa de la Unidad de España porque para eso le escogieron. El rechazo visceral a los criterios contrarios es característica de los mediocres. Por suerte, ya en la práctica solo faltan tres años para su mandato.

No creo que los millones de votantes de esa amalgama separatista-socialista-comunista, sin otro oficio que vivir del poder, hayan cambiado su intención de voto ante tanta tropelía gubernamental. Al contrario, están aplaudiendo que sus líderes transformen el dolor humano en un asunto clave para mantenerse en el poder. Sus votantes son cómplices de la politización, utilización e instrumentación a que este Gobierno ha sometido el dolor, el sufrimiento y la muerte de miles de españoles. Sí, serán millones los individuos que se servirán de esa «organización», repito, «colectiva del odio» para justificar su lealtad a los partidos que votaron hace unos meses para liquidar España. 

Me hubiera gustado escribir sobre la viabilidad de un Gobierno de unidad nacional para empezar a salir de esta ruina, pero renuncié al instante, porque es un sinsentido, una ilusión, un engaño, un placebo que inventamos algunos intelectuales españoles para darnos ánimos ante la inevitable muerte de la inteligencia en España. El pueblo español y, lo que es peor, sus elites científicas están al mismo subnivel, o mejor, subsuelo que sus políticos. Los millones de individuos que han votado a Sánchez son como él; y, peor aún, nuestros científicos, nuestros sabios, que están tan calladitos como los periodistas que comen de la olla de Sánchez-Yoli, son mucho peor que los monstruos de la Moncloa. Por desgracia, el dolor de mundo, la España en duelo de hoy no será acicate futuro para construir un país con menos criminales, cobardes y tontos como ustedes.

Cuando eres un cobarde de manual, resulta terapéutico escribir e informarte sobre aquello a lo que temes como método de controlar tus fobias.

En mi caso particular, sé más sobre escualos de lo que sería recomendable para alguien ajeno a la zoología. La culpa la tiene Spielberg, de este miedo irracional, y de muchos otros que no mencionaré aquí por lo ridículos y vergonzosos que resultan.

Al margen de acumular datos, saber sobre lo que nos pone la piel de gallina nos permite hablar de ello en nuestros textos con mayor fluidez y seguridad, dotando de realismo y verosimilitud a nuestras historias.

Y no solo eso: cuando un político cobarde describe sobre uno de sus miedos, actúa como catalizador de ese temor, que queda encerrado e impregna toda la historia.

Posiblemente no acabes con tu fobia, de hecho, es muy probable que acabes teniendo pesadillas con tu propia historia, pero el resultado sin duda alguna complacerá al público, pues del mismo modo que escribir deprimido captura tu tristeza en las palabras, escribir o declarar cagado de miedo también atrapa el terror.

Tienes muchos cómplices y un sin número de traidores, que dejan hoy huellas muy profundas y peligrosas para la vida democrática. 

Hace 87 años, en 1937 escribía Miguel Hernández unos versos dedicados a los cobardes y que le van al pelo

“Hombres veo que de hombres / sólo tienen, sólo gastan / el parecer y el cigarro, / el pantalón y la barba. / En el corazón son liebres, / gallinas en las entrañas, / galgos de rápido vientre, / que en épocas de paz ladran / y en épocas de cañones / desaparecen del mapa. / Estos hombres, estas liebres, / comisarios de la alarma, / cuando escuchan a cien leguas / el estruendo de las balas, / con singular heroísmo / a la carrera se lanzan, / se les alborota el ano, / el pelo se les espanta. / Valientemente se esconden, / gallardamente se escapan / del campo de los peligros / estas fugitivas cacas, / que me duelen hace tiempo / en los cojones del alma”.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería.

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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