Discurso sobre el Hijo de Puta. (dedicado a Pedro Sánchez y Margarita Robles).

Me niego a que vuelvan a ganar afirmando falacias y mentiras propias de los regímenes fascistas-comunistas. Así que voy a hablar de hijos de Perkin, (se le dice perkin al que es usado para satisfacción sexual de otros presos así como un esclavo sexual), que queda mucho más fino en mi boca, pero de “Hijos de puta” en nombre del poeta y ensayista portugués Alberto Pimenta que parece dedica un discurso a nuestros gobernantes y que es un reconocido antifascista.

Dicen los manuales de psicología que para empezar de cero hay que hacer limpieza interiorMenuda excusa me ha dado para escribir un post de «me voy a cagar en todo lo que se menea». Así que antes de hacer una lista con vuestros propósitos de trabajar de nuevo, voy a vomitar un ranking de hij@s de Perkin.

Alberto Pimenta ( Oporto , 26 de diciembre de 1937 ) era un lector portugués en Heidelberg , contratado por el gobierno portugués a partir de 1960 . Debido a su oposición al régimen fascista portugués y a la política colonial en África , fue despedido en 1963 . Sin embargo, no regresó a su país en ese momento, ya que era empleado de la Universidad de Heidelberg. Allí permaneció hasta que regresó a Portugal en 1977 , pocos años después de la Revolución de los Claveles .

En 1977 publicó el libro de poesía Ascensão de ten tastes à boca , que resume la combinación típica de la experimentación formal de este autor con el inconformismo social y político. Ese mismo año, realizó un acontecimiento histórico en el Zoológico de Lisboa: se encerró en una jaula (que estaba al lado de otra donde estaban dos monos ) con un cartel que indicaba «Homo sapiens». El hecho quedó registrado en el libro del mismo nombre. También en 1977 publicó su libro más traducido, «Discurso sobre o sono-da-puta», obra inclasificable y cercana al ensayo que paso a reproducir y que dedico a Pedro Sánchez y Margarita Robles

Alberto Pimenta nos ilustra con este Discurso de cómo el hijo-de-puta existe y prácticamente se encuentra en todos los lugares. De lo poco que se sabe acerca de él. De cómo los trajes y la configuración física no bastan para definirlo. De algunos rasgos distintivos del hijo-de-puta. De sus gustos, y los sitios que ocupa. De las maneras del hijo-de-puta de ser hijo-de-puta. De cómo todo hijo-de-puta es por encima de todo hijo-de-puta. De sus grandes especializaciones. De su vida privada y pública. Y de las infinitas variedades de hijo-de-puta.

Discurso sobre el hijo-de-puta

«Estimados Compatriotas:

Acerca del hijo-de-puta, como acerca de muchas otras cosas, corren en este país las más disparatadas leyendas. Hay hasta quien pretende que el hijo-de puta, propiamente, nunca existió, dado que él es solo una manera de insultar. Nada, sin embargo, más falso. Es cierto que el hijo-de-puta las más de las veces no pasa de ser una manera de hablar, pero ¿no bastará la simple existencia, privada y pública, de tan variados retratos suyos y de tantas estatuas suyas, para acabar con las dudas sobre su existencia real? Pues, ¿quién tendría la imaginación suficiente para aventar o inventar tantas y tales variedades de hijo-de-puta, si fuera el caso de que no existiese? ¡No! El hijo-de-puta existe. En todos los lugares, excepto en el diccionario. En el diccionario se encuentran diversos hijos, entre ellos el hijo de buena familia, el hijastro y el hijuelo, pero no se encuentra el hijo-de-puta. En compensación, él, el hijo-de-puta, se encuentra en todos los demás sitios. Claro que hay sitios de su preferencia y donde por consiguiente es más frecuente encontrarlo; no obstante, exceptuando, como quedó dicho, en el diccionario, no hay sitio donde, buscando bien, no se encuentre por lo menos un hijo-de-puta. Porque el hijo-de-puta existe y está prácticamente en todas las partes; en la escuela y en las oficinas, en la industria y en el comercio, en las ciudades y en el campo, en las calles y en las casas, y hasta en los cementerios. De este (exceptuando casos antiguos de los que todavía se habla, o incluso muy recientes que darán que hablar) poco se sabe, como es natural. Desgraciadamente, sin embargo, lo mismo sucede con muchos de los otros hijos-de puta, cosa que considero una triste laguna en nuestro saber. En la mayor parte de los casos, no se sabe de …»

No deseamos desvelar parte sustancial del Discurso por no estropear la sorpresa., pero al menos fijaremos quien pueda ser con vaga definición: “El hijo-de-puta, por sí mismo, nunca se distingue a primera vista, y ese es el primero y el principal de sus rasgos distintivos”. Sin embargo, a las pocas páginas tropezaremos con tremenda admonición: “Todo hijo-de-puta tiene vocación por lo público”, que en nuestra piel de toro parece tomar profundo relieve. Sin voluntad de particularizar, estos individuos disfrutan de innumerables ventajas fáciles de imaginar “las exenciones, las inmunidades, los privilegios, los créditos normales, los derechos excepcionales, las excepciones en general, las regalías, las alcabalas, las gratificaciones, las propinas, las subvenciones, las comisiones”. En fin, milenios atrás Plauto lo consigno en latinismo célebre “Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit”, (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro). Hobbes intentó sacar rédito a la idea, pero a la vista de nuestra actualidad parece que se enredó hasta la confusión en su análisis ya que, no la naturaleza sino nuestra sociedad parece más que nunca una “guerra de todos contra todos». Así las cosas, este Discurso sobre el hijo-de-puta se convierte en un delicioso tratado a modo de guía para orientarse sobre las miserias de lado perverso del homus contemporaneus.

Continúa el Gran Pimenta.

Empeñado en no dejarme cerrar la boca, se dedica ahora a la ardua labor de establecer un intento de taxonomía del hijo-de-puta:

“Hay hijos-de-puta con vocación de hacer e hijos-de-puta con vocación de no dejar hacer, y estos son (desde ahora ya se puede afirmarlo) los dos tipos universales y eternos de hijo-de-puta. Hay, naturalmente, subtipos y especializaciones funcionales con funciones especiales: maneras de hacer y no dejar hacer, de fingir hacer y dejar hacer, o de fingir no hacer y no dejar hacer; no obstante, cualquiera de los dos tipos, cualquiera de los varios subtipos de hijo-de-puta, son en primer lugar y por encima de todo hijos-de-puta y se encuentran muy conscientes de ello.”

¿Aún siguen ahí? Yo hace rato que me habría plantado delante de mí librero de referencia para que me encargara un ejemplar de este manjar delicioso. Es más, yo hace rato que estaría recogiendo firmas para que el Consejo de Educación, a través de las debidas órdenes ministeriales, retirara inmediatamente de las aulas los obsoletos manuales de Conocimiento del Medio para introducir en su lugar esta luminaria del Gran Pimenta.

I

El pequeño hijo-de-puta
es siempre
un pequeño hijo-de-puta;
pero no hay hijo-de-puta,
por pequeño que sea,
que no tenga
su propia
grandeza,
dice el pequeño hijo-de-puta.

sin embargo, hay
hijos-de-puta que nacen
grandes hijos-de-puta
que nacen pequeños,
dice el pequeño hijo-de-puta.
además,
los hijos-de-puta
no se miden en
palmos, agrega
el pequeño hijo-de-puta.

el pequeño
hijo-de-puta
tiene una pequeña
visión de las cosas
y muestra en
todo cuanto hace
y dice
que es justo
el pequeño
hijo-de-puta.

aunque
el pequeño hijo-de-puta
tiene orgullo
de ser
el pequeño hijo-de-puta.
todos los grandes
hijos-de-puta
son reproducciones a la
sazón grandes
del pequeño
hijo-de-puta,
dice el pequeño hijo-de-puta.

dentro del
pequeño hijo-de-puta
están en idea
todos los grandes hijos-de-puta,
dice el
pequeño hijo-de-puta.
todo lo que es malo
para el pequeño
es malo
para el gran hijo-de-puta,
dice el pequeño hijo-de-puta.

el pequeño hijo-de-puta
fue concebido
por el pequeño señor
a su imagen
y semejanza,
dice el pequeño hijo-de-puta.

es el pequeño hijo-de-puta
el que da al grande
todo aquello de lo que
él precisa
para ser el gran hijo-de-puta,
dice el
pequeño hijo-de-puta.
además,
el pequeño hijo-de-puta ve
con buenos ojos
el engrandecimiento
del gran hijo-de-puta:
el pequeño hijo-de-puta
el pequeño señor
Sujeto Servicial
Simple Sobra
o sea,
el pequeño hijo-de-puta.

II

el gran hijo-de-puta
también en ciertos casos comienza
por ser
un pequeño hijo-de-puta,
y no hay hijo-de-puta,
por pequeño que sea,
que no pueda
llegar a ser
un gran hijo-de-puta,
dice el gran hijo-de-puta.

además
los hijos-de-puta
no se miden en
palmos, agrega
el gran hijo-de-puta.

el gran hijo-de-puta
tiene una gran
visión de las cosas
y muestra en todo
cuanto hace
y dice
que es justo
el gran hijo-de-puta.

por eso
el gran hijo-de-puta
tiene orgullo de ser
el gran hijo-de-puta.

todos
los pequeños hijos-de-puta
son reproducciones a la
sazón pequeñas
del gran hijo-de-puta,
dice el gran hijo-de-puta.
dentro
del gran hijo-de-puta
están en idea
todos los
pequeños hijos-de-puta,
dice el
gran hijo-de-puta.


todo lo que es bueno
para el grande
no puede
dejar de ser igualmente bueno
para los pequeños hijos-de-puta,
dice
el gran hijo-de-puta.

el gran hijo-de-puta
fue concebido
por el gran señor
a su imagen
y semejanza,
dice el gran hijo-de-puta.

es el gran hijo-de-puta
el que da al pequeño
todo aquello de lo que él
precisa para ser
el pequeño hijo-de-puta,
dice el
gran hijo-de-puta.


además,
el gran hijo-de-puta
ve con buenos ojos
la multiplicación
del pequeño hijo-de-puta:
el gran hijo-de-puta
el gran señor
Santo y Seña
Símbolo Supremo
o sea,
el gran hijo-de-puta.

Dónde, procurando bien, no se encuentra un hijo-de puta. El hijo-de-puta no cambia, nunca cambia, es eterno; pero evoluciona y alarga su esfera de ocupaciones, se expande, utiliza nuevos métodos (de los sanitarios a los cementerios), cuando los viejos, como todo, acaban por gastarse y dejar de ser eficaces. Esa es la técnica (o progreso) del hijo-de-puta: expandirse multinacionalmente en círculos concéntricos, cada vez más anchos, abarcando en el nuevo círculo todo lo que tienda a escaparse del antiguo:
nada, nada puede detener este surgir y expandir, y lo mismo se puede naturalmente decir del lugar que el
hijo-de-puta ocupa. El hijo-de-puta, ya sabemos, está en todos los lugares, aunque tiene hábitos y modos diversos, conforme al lugar en que se encuentra.

Si en ciertos lugares del sur es por ejemplo musulmán, en otros son por ejemplo católico y en otros protestante, y en otros encima judío o incluso ateo. Por eso los pragmáticos consideran que el orden y la función social son una cuestión de gusto. El hijo-de-puta es siempre aquello que los otros hijos-de-puta del momento y del lugar son; es, porque es eso que «conviene» ser, y por lo tanto es eso que es él. El hijo-de-puta se inserta siempre en el proceso en curso, cualquiera que este sea, y ese es otro rasgo distintivo del hijo-de-puta. El hijo-de-puta colabora, y anda siempre en el viento, siempre en la marea, siempre en la ola. El hijo de puta es siempre en lo más.

En consecuencia, no deberíamos tampoco consentir, ni un segundo más, que esta clase de hijo-de-puta sin escrúpulos, ni ética, ni dignidad, dirija el destino de millones de personas. Parece mentira que no aprendamos de la historia reciente.

PD.- Disculpe, Doña Margarita, el lenguaje no inclusivo del gran escritor Pimenta. En su defecto y para compensarla, le dejo a los lectores, aquí, parte de la lista de investigados por usted hace unos años.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería. (R)

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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