Ciudadano Pérez Alamán: eres un cobarde inmisericorde.

Me aterra ver como un Teniente General, se refiere al «Ciudadano Pérez Alamán», apoya a quien fue soldado y fue cesado por una enfermedad psiquiátrica que dicen los hechos probados de la sentencia contencioso-administrativo sobre su cese, que fueron anteriores, y por hechos diferentes, a esos presuntos acosos que nunca denunció y menos demostró. Es jurídicamente insostenible que Defensa le pudiera pagar una pensión. Pretende vivir de pensionista, a cargo de los españoles y sin trabajar. Que trabaje y se canse, que es lo mejor para salir de su bucle psicológico contra Defensa. El Tte. Gral no sabe con quién se está jugando los cuartos, los mismos que entiendo que, como a muchos, ya le habrá sacado. (Capitán (CAB)(R) Lourdes Cebollero Andrés)

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Obra escrita por el cobarde «Ciudadano» Pérez Alaman

Enlace al artículo del día 28/09/2021 sobre el ex-Sdo Agustín Fariña.

Enlace al artículo del día 01/10/2021 sobre la situación legal del ex-Sdo Fariña

Comentarios del que denuncia a un Tte. Coronel con el beneplácito del cobarde Ciudadano Pérez Alamán.

Este es el «bendito» ex.Sdo Fariña, acogido por el benefactor cobarde Pérez Alamán

Quiero dejar bien sentado, desde el primer momento, que en este informe sobre la catadura moral de estos dos elementos, un Teniente General en retiro, al que me referiré como «Ciudadano Pérez Alamán», único título que le concedo, y el ex-Sdo Agustín Fariña, me voy a referir, principalmente, a aquellos valores, que a decir del general Alonso Baquer definen las Fuerzas Armadas como modelo institucional, en contraposición o más bien a diferencia del «modelo ocupacional», según la que ya empieza a ser clásica división o visión de las Fuerzas Armadas propuesta por Charles C. Moskos. No haré ni una pequeña incursión por este último modelo, aunque ello es imprescindible principalmente al referirse al «cumplimento del deber» pues lógicamente, en ese momento, habría que decir algo respecto de la concepción de los Ejércitos como «puestos de trabajo», pero que en ninguno de los dos modelos se incardina un comportamiento tan inmoral y alejado de lo militar como el de este Ciudadano Pérez Alamán como benefactor del que llamaban en su destino, según me dicen, «El cocaínas», sin poder saber a ciencia cierta el porqué aunque me lo puedo imaginar.

Dice el general Ascanio Togores que:

«El hombre necesita un marco de referencia para orientar su vida; ese marco de orden moral se lo proporcionaba, en otro tiempo, el ambiente que le rodeaba. Pero hoy ese ambiente no propicia esos valores morales, sino que, por el contrario, los ignora, cuando no los menosprecia o cuestiona.»

Esto, que sin duda alguna, es una realidad fácilmente perceptible en la actual sociedad española, al igual que en resto de las de los demás países de Occidente, no quiere decir, ni mucho menos, que estos valores no existan en mayor o menor medida en la actual sociedad española, ni hayan perdido su vigencia e interés. La realidad es que mucho se habla actualmente de valores y contravalores en la sociedad española actual, de su existencia o carencia, de su cambio o permanencia, de su interés o abandono en ella, lo que sin duda es exponente de que algo bulle en su conciencia que la hace sentirse intranquila con la marcha o cariz que en determinados sectores de la misma, va tomando la manera de ver o entender ciertas actitudes o formas de comportamiento.

Las Fuerzas Armadas españolas, perfectamente identificadas con la sociedad, de la que forman parte integrante, no pueden ser una excepción por lo que sienten como ésta el prurito que en relación a los valores o maneras de ser u obrar, nos depara el actual momento histórico.

Evidentemente, al constituir las Fuerzas Armadas una Institución fuerte mente jerarquizada y disciplinada el ambiente general no influye en la misma medida que sobre otras instituciones o colectividades, pero no cabe duda que su posible deterioro puede llegar a ser un peligro o amenaza para aquellas como queda plenamente demostrado con el comportamiento del Ciudadano Pérez, defensor «Pro aris et focis» del osario del Generalísimo como único medio de seguir en el candelero sin preocuparse de los verdaderos problemas que tenemos en nuestra Patria. Por tanto puede comprenderse que no va ser fácil escribir sobre el tema propuesto, ya que aunque candente en la actualidad no es de los que podríamos definir como taquilleros.

El método de trabajo que he decidido seguir, copia del que siguió en su día F. J. Berrio Álcarez Santullan, consistirá esencialmente en exponer, respecto del valor o virtud militar fundamental del compañerismo, lo que determinados textos, de diferente tipo, dicen o entienden sobre el, añadiendo también lo que ciertos escritores generalmente mili tares y contemporáneos han dicho o escrito respecto del valor en cuestión. Como es lógico suponer con este informe no se pretende, ni mucho menos, agotar el tema del Ciudadano Pérez y el Cocaínas ya que es prácticamente inagotable, sino más bien llamar la atención del lector sobre la cuestión para que, si se siente animado a ello, profundice sobre el mismo en las redes, en la deontología militar y legislación aplicable a la situación de este caso de «compañerismo muy mal entendido» y «utilización de un Mando con fines delictivos».

Cinco son los principales textos oficiales que se van a utilizar, en el análisis del valor a tratar: el Diccionario de la Lengua Española (DRAE), las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas (RROO) del 78 por ser éstas en las que se debió formar moralmente el Ciudadano Pérez, el Decálogo del Cadete (DC), el Credo Legionario (CL) por ser la Brigada paracaidista formada por Caballeros Legionarios y el Ideario Paracaidista (IP) por la misma razón y ser la Unidad donde dice trabajar el ínclito Ciudadano Pérez en su página de Face-book.

El primero, como bien dice él mismo, por

«Ser el texto donde se registran y definen adecuadamente los términos cuyo empleo rebasa los límites de la especialidad y se atestigua diariamente en la prensa o en la conversación culta.»

Las RROO del 78, por constituir la regla moral de la Institución militar en la que deben basar su proceder todos sus miembros, incluyendo a los más altos Mandos, especialmente estos por ser ejemplo de los demás, o como dice J. López Sánchez:

«Constituir un perfecto tratado de ética militar; y como tal una ciencia de las costumbres. Su asunto primordial lo constituyen acciones deliberadas, humanas… ilustran nuestro entendimiento para darnos a conocer líneas claras de conducta, normas para dirigir nuestros actos con acierto…

«De ellas dice el general Laguna Sanquirico no son un tratado de Deontología sino una síntesis más o menos afortunada en cada caso, de los valores que las Fuerzas Armadas han ido cristalizando a través de los tiempos. En ellas lógicamente no se cierra el retrato de como ser hoy militar.., pero sí deben ser una plataforma común sobre la que ha de construirse el nuevo militar, entendiendo por nuevo no lo distinto, sino lo actual y lo vigente, que no es lo mismo.»

El DC por ser el recio «basamento que cimentó la espiritualidad de los cadetes» continuando actualmente vigente con su redacción original muchos de sus artículos que tanto ha menospreciado el Ciudadano Pérez. Escasísimas han sido las modificaciones que ha sufrido a lo largo de su historia, redactado por el general Franco, en su época de director de la Academia General Militar solamente su primer artículo ha sufrido ligeras modificaciones en la época en la que tanto el Ciudadano Pérez como el que suscribe se formaron en la Academia. Su texto inicial, lo mismo que el actualmente en vigor, decía:

«Tener un gran amor a la Patria y fidelidad al Rey, exteriorizado en todos los actos de su vida.»

Fue cambiado, durante la República sustituyendo la expresión «fidelidad al Rey» por «lealtad al Gobierno legalmente constituido» y durante el régimen del general Franco por «lealtad al Caudillo». Los otros dos textos el CL y el IP por contener la esencia y el espíritu de dos de las más gloriosas unidades del Ejército español, bajo cuya inspiración se han forjado multitud de generaciones de buenos soldados y otros como este Ciudadano Pérez.

Como «vínculo que existe entre compañeros, y armonía y buena correspondencia entre ellos», define el DRAE al compañerismo, señalando que compañero es la «persona que acompaña a otro para algún fin». También dice que se entiende por compañero «en los cuerpos o comunidades cada uno de sus miembros». De estas dos sencillas definiciones quiero destacar, por su originalidad, y por que no se dan o exigen en la mayoría de los otros valores o virtudes, los matices de correspondencia y finalidad común de quienes la practican. No es virtud que pueda ejercitar el individuo en solitario. Se puede ser valiente, honrado, disciplinado y hasta leal y abnegado sin que exista reciprocidad de otro u otros miembros del grupo o comunidad, pero nunca se puede ser compañero «a solas» y por lo tanto sentir el compañerismo, si no se da la necesaria correspondencia de otro u otros individuos, que formando cuerpo o comunidad, tiendan a un fin común, creando con su mutuo proceder y relación un vínculo, que a su vez aumenta la cohesión del grupo.

Es sin duda alguna una de las principales virtudes de los grupos y comunidades y por ello tan necesaria, practicada y desarrollada en las Fuerzas Armadas. El DRAE recoge en parte lo anteriormente señalado y lo define como: «Sentimiento que germina en un grupo de individuos ligados, por vínculos espirituales y materiales, a una empresa común, que exige de ellos esfuerzos de igual índole y que lleva a cada uno a sentirse unido a los demás y a la consecución del fin a que todos dedican sus energías.

Refiriéndose al compañerismo militar, añade es unión, amparo, espíritu de sacrificio en aras del bien de los demás, cualquiera que sea el uniforme que se vista y los emblemas o divisas que ostenten… será siempre mas íntimo entre los pertenecientes a un mismo Ejército, dentro de éste en los de igual Arma, dentro de ella en los del mismo Cuerpo…» Apuntado claramente a una de sus consecuencias o derivadas, lo que se denomina espíritu de Arma o Cuerpo que en definitiva no es más que la manifestación externa de los especiales vínculos de unión de quienes pertenecen a una determinada Arma o forman un mismo Cuerpo.

Varios son los artículos que las RROQ dedican a glosar directa o indirectamente el compañerismo en las Fuerzas Armadas y sus consecuencias. Así, el número 13 comienza señalando que:

«La unidad de las Fuerzas Armadas es el fruto de la armonía que ha de existir entre los miembros de los Ejércitos, para finalizar afirmando que el espíritu militar, la lealtad y el compañerismo son pilares donde se asienta la voluntad de asumir solidariamente la responsabilidad de la defensa.»

Como vemos, todo ello muy en la línea de la definición o concepto expresado en el DRAE y muy alejado de la conducta de este Ciudadano Pérez. Puede ser este momento oportuno, pues la anterior cita lo sugiere, para hacer una breve mención sobre la diferencia entre lealtad y compañerismo que este individuo, Ciudadano Pérez, no ha querido entender durante su paso por el Ejército como exponente de uno de sus Mandos Superiores.

Ambas tienen un origen común, la armonía, solidaridad, cortesía, cordialidad y buena convivencia entre los miembros de un grupo, pero la lealtad va mucho más lejos por la componente de fidelidad y respeto de estos entre sí y en relación con la finalidad del grupo. Algo más adelante vuelven nuevamente a mezclarse ambos conceptos, insinuando más que afirmando la superioridad de la lealtad respecto del compañerismo cuando dice que:

«Todo militar será respetuoso y leal con sus jefes; profesará un noble compañerismo, sólo supeditado al bien del servicio…»

Como no podía ser menos dedica uno de sus artículos, al compañerismo en combate instando a que:

«El combatiente, solo o como miembro de una unidad o tripulación, pondrá el mayor esfuerzo en conseguir el objetivo asignado. Se apoyará en sus compañeros y los auxiliará en el cumplimiento de su misión.»

El DC con el laconismo que le caracteriza, sentencia con respecto al compañerismo:

«Sentir un noble compañerismo, sacrificándose por el camarada y alegrándose de sus éxitos, premios y progresos.»

Como vemos añade un nuevo ingrediente al concepto tradicional de compañerismo al hacerse partícipes, de corazón, de las alegrías del camarada, lo cual no siempre será fácil pues a veces esos éxitos, premios o progresos a lo mejor son consecuencia de fracasos o tropiezos propios.

El IP, Unidad de la que nada más ni menos se sirvió este Ciudadano Pérez, dedica una de sus «promesas», la número 6, a exaltar:

«El espíritu de compañerismo para lo cual exige ayudar al débil y continúa, me alegraré de los éxitos de mis compañeros y nunca envidiaré a nadie. Procuraré superarlos por mis propios medios.»

Como vemos ambos tienen mucho en común lo que por otra parte es lógico ya que los dos se basan en artículos de las anteriores Ordenanzas, mereciendo la pena destacar el matiz de ayudar al débil que se incluye en el IP así como la forma de encauzar con nobleza y mediante el esfuerzo personal, las ansias y deseos de superación y progreso que todo militar debe tener.

También el CL procura inculcar en sus hombres este sentimiento, recogiendo en tres de sus puntos lo que denomina: «El espíritu de compañerismo, el espíritu de amistad y el espíritu de unión y socorro. En el primero de ellos, proclama el sagrado juramento de no abandonar jamás un hombre en el campo hasta perecer todos. Lo que proporciona una extraordinaria seguridad y confianza en el combatiente de que se emplearán todos los medios posibles para ayudar y rescatar a quien lo precise con el consiguiente aumento de la eficacia de la unidad. Por el segundo se pretende dar un paso más en la camaradería de sus miembros proponiendo alcancen el grado de amigos mediante un «juramento entre cada dos hombres». En el tercero, que podríamos considerar colofón de los anteriores, se enseña que: «A la voz a mí la Legión, sea donde sea, acudirán todos y con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.»

Estos dos puntos últimos puntos del CL plantean sendos temas, —la amistad y el compañerismo a ultranza— que quizás sea conveniente, por lo menos, esbozar aunque sólo sea superficialmente. Por amistad entendemos ese sentimiento o afecto personal, puro y desinteresado, ordinariamente recíproco, que nace y se acrecienta con el trato. Por lo tanto no hay que confundirla con el compañerismo, pues aunque en muchas ocasiones sea fruto y complemento de esté, no tiene ni puede seguirse necesariamente la una del otro. La amistad como hemos dicho precisa del trato personal, no pudiéndose dar sin esta circunstancia. Se puede uno sentir compañero de un desconocido, mientras que jamás se podrá ser amigo de quien no se conoce. A nosotros aquí nos interesa más el compañerismo que la amistad por cuanto que aquél es un sentimiento más general y exigible a todos los componentes de las Fuerzas Armadas.

La otra cuestión que suscita y puede dar lugar a algún equívoco es la expresión «con razón o sin ella, defenderán…». Hay que saber interpretar correctamente esta frase pues de lo contrario podríamos caer en lo que se conoce como compañerismo mal entendido que en ninguno de los casos es este en cuestión pues tanto un Soldado como un Teniente Coronel son compañeros del Ciudadano Pérez.

Por supuesto al compañero, de momento, hay que ayudarle siempre, entre otras razones por que es posible que de primeras no se pueda saber si tiene o no la razón, para a continuación si no la tiene proceder en justicia ya que ésta nunca debe ser violentada y menos al amparo de un falso o mal entendido compañerismo, no debiendo éste nunca ser escudo con el que se pueda ocultar o cubrir innobles procederes pues en ese caso el primero y más gravemente perjudicado es el grupo o comunidad que lo permite, como es el caso.

Tampoco debe ser el compañerismo amparo de reivindicaciones no ajustadas a razón con las que se pretenda forzar o ejercer violencia sobre el mando como es el caso del Cocaínas. Fruto importante del compañerismo es lo que llamamos espíritu de Arma o Cuerpo o simplemente espíritu de unidad: «Brota espontáneo entre quienes comparten unidad de vida, igual servicio, las mismas fatigas y alegrías, ocupan igual puesto ante el enemigo y superándose en el riesgo aumentan el potencial de eficacia de su unidad… Su núcleo central es la emulación…, dice el general Montero Romero… superadora de egoísmos, de reservas mentales y por supuesto, de todo desde lejos huela a resentimiento…»

El coronel Arencibia Torres, autor de varios libros y artículos sobre temas de mando, moral y virtudes morales dice en una de sus obras:

«El compañerismo bien entendido es uno de los valores morales más apreciados en la vida militar. La unión, la agradable convivencia, la mutua compenetración y la tolerancia recíproca son características de lo que en el seno de las Fuerzas Armadas entendemos por compañerismo. Para continuar algo más adelante refiriéndose a que el compañerismo probablemente sea virtud más fácil de vivir en la guerra que en la paz, añade: en el combate se llega hasta las últimas consecuencias por los demás. El compartir frecuentemente los riesgos y las fatigas une extraordinariamente. La causa común por la que se lucha arrastra a una natural solidaridad con el compañero.

Por lo que debo concluir, haciendo razón de esto último, que no se sabe qué tipo de solidaridad tiene el Ciudadano Pérez con el Cocaínas, ni sé que tipo de riesgos y fatigas han podido compartir en la cobardía de sus acciones, esta última incitada y apoyada por el cobarde y desleal Ciudadano Pérez contra natura militar: de su escrito, «incluyendo las que interponga al Doctor» que es, ante todo y sobre todo, Teniente Coronel, empleo y título con que no le trata el Ciudadano Pérez pero que sí trata, en contraposición, de Soldado al Cocaínas. Todo un despropósito.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería. (R)

Doctor por la Universidad de Salamanca.

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