Trabajo a precio de saldo

Titulares como estos nos hacen pensar que “a mar revuelto ganancia de pescadores”, lo que traducido en estos tiempos tan tortuosos que nos ha tocado vivir, sería algo así como “la explotación laboral afecta a mayor número de personas en los momentos de crisis económica, vulnerando así sus derechos humanos, laborales y sindicales”, y es que trabajar de lunes a domingo, por salarios irregulares, en muchos casos de un euro por hora y jornadas de más de 12 horas al día, hacen que difícilmente pueda abordarse la economía de supervivencia de muchas familias, con enormes dificultades para llegar a final de mes.

El siglo XXI es sinónimo de evolución, de tecnología y de mejorías en todos los aspectos de la vida, tanto a nivel social como sanitario, político o laboral. Sin embargo, a pesar de esta presumible evolución existen partes del mundo donde se siguen sucediendo comportamientos propios de la Edad Media. Los derechos del trabajador quedaron instaurados a raíz de la Revolución Industrial a principios de siglo XIX, pero hoy en día muchos empleados siguen ejerciendo sus labores en condiciones nefastas, algunas infrahumanas y consideradas de esclavitud.

Pero, lo peor de todo es que todos estos abusos han terminado por convertirse en algo habitual, atacando cada vez más a la gente de clase media alta, que por reducciones de plantilla de sus empresas han terminado su vida laboral a los cuarenta y muchos por haberse convertido en seres invisibles dentro del mercado laboral por una política económica hecha sólo para los de arriba, para los explotadores. Y no digamos del paro juvenil, peor que nunca. La generación más formada e informada y la peor tratada.

A esto hay que añadir las condiciones paupérrimas en las que trabajan aquellos que emigran a nuestro país buscando una vida mejor, aislados la mayoría de las veces de la comunidad, condenados socialmente por aquello de que vienen a quitarnos el trabajo. Trabajar sin contrato y bajo amenazas constantes de expulsión, son algunos de los ejemplos de los que podía calificarse según Unión Europea como “explotación laboral grave”, estando detrás el fenómeno de la crisis económica, con tendencia ascendente, llegando en ocasiones a situaciones muy próximas a la esclavitud.

La explotación laboral se define como recibir un pago inferior al trabajo que se realiza, lo que incluye desde pequeños abusos hasta los talleres de trabajo esclavoKarl Marx desarrolló su teoría de la economía del capitalismo con base en la idea de explotación laboral (esa diferencia que no se le paga al trabajador, y que se la queda el capitalista, es llamada plusvalía). Aunque un trabajo mal pagado para lo que se realiza suele ser lo que define a la explotación laboral, en sentido amplio puede abarcar diferentes situaciones, desde el abuso por parte empleador hacia el empleado hasta la precariedad laboral.

Nadie puede negar la gravedad del asunto, incluso la Agencia Europea de los Derechos Fundamentales no ha dudado de calificar como un «problema endémico» de la vieja Europa, instando a los estados miembros a promover un clima de tolerancia cero a esta forma de explotación.

Sin embargo, la impunidad de quienes favorecen este tipo de explotación ha ido en aumento, debido fundamentalmente a la falta de colaboración de los gobiernos de los Estados Miembros, que como en España, en manos del Partido Popular con la reforma laboral, hoy ligeramente modificada por el PSOE, no han adaptado su legislación interna a la legislación europea que prevé varios tipos de explotación, cuya pena en muchos estados miembros está muy por debajo del agravio que supone la violación de un derecho fundamental.

También la falta de implicación de los ciudadanos es palmaria, bajo el argumento de que es mejor dejar las cosas tal y como están no vayan a peor, unida a la falta de denuncias de las víctimas, alimenta el problema que aquí denunciamos, además de la impunidad a la que nos hemos referido. A esto se añade un escaso riesgo de que los autores se enfrenten a procesos penales o sean obligados a compensar a las víctimas. Suma de factores que crean una situación que no sólo perjudica a las propias víctimas, sino que también socava las normas laborales en un sentido más amplio

Por último, queremos recordar que el pasado año un informe de la Unión Europea colocó a España como uno de los países con más explotación laboral grave, situación que no ha mejorado en el momento actual. El informe sitúa a España entre los países donde “más frecuentemente” se producen casos de explotación laboral grave, junto con Portugal y Grecia, viéndose agudizado a consecuencia de la crisis económica.

En nuestro país el maquillaje oficial de las cifras trata de disimular la magnitud de este problema llegando a modificar la definición de “parado” para tal fin, podemos afirmar que hay 5 millones de parados y otros 5 millones que están bajo el yugo del paro (temporales, a tiempo parcial).

«En nuestro país el maquillaje oficial de las cifras trata de disimular la magnitud de este problema llegando a modificar la definición de “parado” para tal fin»

El índice de paro juvenil español es superior al 40% y en algunas comunidades ronda el 50%.

Más de 1,3 millones de familias en España tienen a todos sus miembros en paro. Cada año mueren, mueren en España, 16.000 trabajadores por enfermedades originadas por las condiciones del trabajo y accidentes laborales. En nuestro país, el paro y la explotación ha afectado de manera especialmente intensa a los trabajadores inmigrantes que han sido usados como mano de obra barata y se han convertido en una enorme bolsa de población vulnerable sin prácticamente derechos, ni laborales ni políticos.

España tiene la tasa más alta de temporalidad en el empleo de la Unión Europea. El número de contratos indefinidos que se firman en nuestro país lo son subvencionados para los empresarios y con derechos recortados para los trabajadores.

Casi el 10% de los asalariados de España recibe una remuneración inferior al Salario Mínimo. Y el trabajo sufre una imposición fiscal superior a la del capital.

El 48% de los asalariados en España no están cubiertos por ningún tipo de convenio colectivo.

Frente a este desolador panorama se imponen nuevas reformas laborales que, como las anteriores, no han hecho sino degradar las condiciones laborales y no han servido para que aumente el trabajo digno. A ello se deben sumar las nuevas formas de explotación en la prestación laboral que suponen un retroceso de dos siglos en la historia del trabajo.

 El 80% del empleo está en las PYMES mientras las transnacionales se llevan las prebendas y las subvenciones.

En nuestras manos está el cambiar las cosas…, la solución es la denuncia.

Por  Feliciano Morales

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