Matar el gusanillo.

El significado de este dicho es “tomar una copa de aguardiente, o de otra bebida alcohólica, por la mañana, por creer que así se mueren las lombricillas parásitas de los intestinos”. En Portugal, “matar el bicho”.

En el Diario de un burgués de Paris en tiempos de Francisco I se da la explicación de esta costumbre popular en la forma siguiente:

“La mujer de un señor La Vernade, magistrado de París, falleció de repente en julio de 1519. Se hizo la autopsia del cadáver y se vio que la muerte había sido producida por un gusano que le había perforado el corazón. Se aplicó sobre el gusano un trozo de miga de pan en vino y el animalito murió inmediatamente. De donde se sigue que es conveniente tomar pan y vino por la mañana, al menos en época peligrosa, para no pillar el gusano”.

Sbarbi, en su Gran Diccionario de Refranes, cita, a propósito de esta costumbre de matar el gusanillo, lo siguiente:

“En una de las sesiones de la Academia de Medicina de París de hacía 1880, Pasteur afirmó que el hombre en ayunas debía figurar entre los animales venenosos. El celebre bacteriólogo, después de haber hecho morir a algunos conejos inoculándoles la saliva de un niño rabioso, trató de repetir la prueba con la saliva de niños sanos y los conejos sucumbieron también. Según Pasteur, en la saliva de los niños y en la del hombre en ayunas existe un parásito mortal, pero que desaparece tan pronto como se toma cualquier alimento, pues pasa al estómago arrastrado por aquel”.

El escritor Carlos Rozán, en su libro Locuciones, proverbios, dichos y frases, incluye la expresión y se pregunta:

“¿Qué gusanillo, es ese al que hay que dar muerte todos los días? ¿Quiere significar aquí el gusanillo, de una manera general, los gusanos? ¿O bien representa al parásito que los médicos llaman tenia y al que nosotros vulgarmente damos el nombre de solitaria? ¿O bien, por último, se alude a un gusano figurado que corroe el alma, en cuyo caso matar el gusanillo significa ahogar la tristeza?”.

Rozán añade: “Ciertamente, está permitido vacilar entre estas hipótesis, y si me inclino más a la primera, confieso que no apostaría por ninguna”.

En opinión de José María Iribarren, en su obra «El porqué de los dichos», dice: “matar el gusanillo, en su significado de “desayunarse con aguardiente”, nada tiene que ver con la tristeza ni con la solitaria. Obedece simplemente a la creencia popular de que en el estómago de toda persona hay un gusanillo, el gusanillo del hambre, que siempre, o muy frecuentemente, pide de comer, sobre todo a la hora del desayuno. Y el aguardiente sirve, si no para matarlo, si para adormecerlo o engañarlo por cierto tiempo”.

En la situación política que estamos viviendo, los apoyos en el Parlamento de nacionalistas e independentistas están «dando la vida» al inquilino de La Moncloa, el gusanillo que no se preocupa de las colas del hambre habidas y por haber, y no hay un solo momento para la tranquilidad a no ser que «matemos el gusanillo» con una copa de aguardiente como hacían nuestros abuelos, todos los días por la mañana.

Interminables filas de personas para recoger alimentos. Son las colas del hambre. Crecen en España y la pobreza se extiende y empieza a afectar a los que nunca había afectado por la pandemia del coronavirus.

La pobreza crece al ritmo de los contagios de coronavirus. La Cruz Roja atendió a casi 3 millones de personas desde marzo, mes del inicio de la pandemia de coronavirus a octubre de 2020. La mayoría nunca lo había necesitado. Según Cáritas las personas sin techo crecen un 25%. La necesidad aprieta.

Y los jueces alertan. Cada vez hay más denuncias por pequeños hurtos de alimentos y artículos de primera necesidad. Personas que se han quedado en la calle y que no tienen dinero para comer. Delitos tan leves que ni los denunciantes acuden al juzgado, no solamente por ser de poco valor, sino por cuestiones morales dada la situación social que nos acontece: las gentes necesitan «matar el gusanillo».

El significado de matar «el gusanillo», lejos de cargarse al inepto presidente y a sus lombricillas, es «tomar una copa de aguardiente, o de otra bebida alcohólica, por la mañana, por creer que así se mueren las lombricillas parásitas de los intestinos»

Me temo que en España con el gobierno que tenemos va a aumentar el consumo de alcohol por las mañanas para matar el gusanillo del hambre. Todo gracias a una malisima o pésima gestión del ejecutivo, un desleal funcionamiento del legislativo y un ataque del poder ejecutivo sobre el judicial en el que el ministerio fiscal se borra cuando el denunciado es social-comunista.

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