La guerra no ha terminado…

El abandono de la utilización de las armas por parte de la organización terrorista ETA (2012), la disolución de su brazo armado (2018), si es que las han entregado en su totalidad, no significa que se haya finiquitado el problema vasco como afirman en unos comentarios los políticos progresistas, sino que ésta, lejos de cambiar su estrategia política y objetivos, abandona uno de los tipos de guerra que se definen en los reglamentos militares, guerra asimétrica, para centrarse en otra, la guerra psicológica, como medio para alcanzar sus fines.

En su definición técnica, guerra psicológica, o guerra sin fusiles, es el empleo planificado de la propaganda y de la acción psicológica orientadas a direccionar conductas, en la búsqueda de objetivos de control social, político o militar, sin recurrir al uso de las armas, o en forma complementaria a su uso. Su objetivo es ganar las masas.

Los principios en que se basa la guerra psicológica no son potestad de una doctrina determinada, ya que todos hacen uso de ellos, indistintamente, de la manera que consideran más pertinente. Entre éstas se conoce La Guerra Política, que es un sistema de guerra irregular creada por los británicos, para combatir a los grupos subversivos que se crearon en sus dominios.

Es complicado separar la historia política de la historia de la guerra: con el tiempo, son conceptos que se han separado y entrelazado, formando un único cuerpo doctrinal con el que definir las relaciones políticas entre los grupos humanos en tiempos de orden o desorden. Hay un concepto que es más dificil de identificar y colocar en el espacio conceptual; es la Guerra Política.

El gobierno inglés publicó en 1942, durante la guerra, The Meaning, Techniques, and Methods of Political Warfare, donde limitaban el concepto de PW al uso de la publicidad y la propaganda, siendo la actividad del Ejecutivo de Guerra Política altamente dependiente del Ministerio de Información. En ese contexto, los ingleses consideraban el uso de la PW en territorios donde se habían roto las relaciones diplomáticas o donde existían grupos subversivos peligrosos.

Hoy en día todavía hay teóricos que afirman que la guerra política se limita al control de la información y la difusión de la propaganda, pero el concepto ha evolucionado para tener una gama más amplia de aplicaciones y proporcionar un marco teórico para comprender muchas acciones de la guerra no convencional en el pasado.

La guerra política tiene múltiples formas de desarrollarse, tanto en acciones abiertas como encubiertas, como la diplomacia pública, la diplomacia cultural, la economía y, por supuesto, las actividades subversivas.

Para la URSS, como para los EE.UU, la Guerra Política era también un elemento esencial en la politíca exterior. Así lo declaró el Ministro de Asuntos Exteriores Eduard Shevardnadze ante el público de la conferencia científica y práctica del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS ·en 1988: «la política exterior de la URSS no se lleva a cabo sólo a través del Ministerio de Asuntos Exteriores.»

Pero por otro lado, la Administración Truman, a través de la ideología de Kennan, comenzó una etapa de realismo político con la normalización de las acciones encubiertas.

Con la excusa de la expansión del comunismo en Europa, el Consejo de Seguridad Nacional aprobó el plan NSC 10/2 el 18 de junio de 1948. Con este plan se aprobó desde la propaganda hasta la interferencia directa en los asuntos de otros países. De manera más detallada, se aprobó el uso de la guerra económica, acciones preventivas directas, sabotaje y antisabotaje, asistencia a la resistencia disidente, guerrillas y grupos de liberación de refugiados, y apoyo a las poblaciones indígenas anticomunistas … Todo estaba preparado para ejecutar la guerra indirectamente en tiempos de paz.

La Oficina de Coordinación de Políticas (OPC). dirigida por el veterano del OSS Frank G. Wisner, surgió del NSC 10/2. En 1950 se inició el Proyecto Troya, en el que un gran grupo de expertos elaboró un plan de acción para la ejecución de la guerra psicológica a nivel mundial para contrarrestar la influencia de la URSS. Con la aprobación del plan NSC-68 ese año, se intensificó el uso de medios encubiertos para luchar contra el bloque soviético.

El nuevo programa decía que las medidas políticas y económicas para combatir la esfera soviética debían incluir ‘la intensificación de acciones y operaciones afirmativas y oportunas por medios encubiertos en el campo de la guerra económica y psicológica, destinadas a fomentar y apoyar la subversión y los disturbios en los países con satélites estratégicos.

El NSC dejó la autoridad de las acciones encubiertas a la CIA, actividades de las que la Administración Truman se benefició mucho. La congresista Anne Karalekas, en su libro «Historia de la Agencia Central de Inteligencia’, revela que las operaciones encubiertas de la CIA se convirtieron en una herramienta estandarizada para la política exterior de los EE.UU. en ese momento.

El gobierno de Eisenhower ratificó esta línea de PW en 1954 con el informe del general Doolittle, quien argumentó que las reglas del juego limpio no podían seguir siendo la norma. Propuso «desarrollar servicios eficaces de espionaje y contrainteligencia, y debemos aprender a subvertir, sabotear y destruir a nuestros enemigos por medios más inteligentes y sofisticados que los utilizados contra nosotros. Puede ser necesario que el pueblo americano conozca, entienda y apoye esta filosofía fundamentalmente repugnante.

Todos los objetivos alcanzados en los últimos años han sido el resultado de una adecuada coordinación entre muchos departamentos de política exterior que operan bajo la orientación de la parte. «A través de medidas activas, Moscú trató de influir en la opinión pública en el extranjero. mientras promovía partidos políticos y grupos subversivos en todo el mundo.

El uso de la guerra política y las acciones encubiertas como herramienta de política exterior no es cruel ni carente de sentido: James A.. Barry. analista de inteligencia de la CIA. vincula en un estudio las operaciones encubiertas con la Guerra Justa de San Agustin. Según el autor del estudio, la CIA está convencida de que la población estadounidense sólo aprueba las acciones encubiertas si se diseñan de acuerdo con la teoria de San Agustin: que se diseñen desde la presidencia, que minimicen el daño a personas inocentes y que persigan un objetivo justo.

Por otra parte, analizando con más detalle la naturaleza de las operaciones encubiertas, se puede ver que es una forma de evitar una escalada militar con consecuencias impredecibles dentro de lo desastroso. Es mejor aceptar el realismo político tal como es y tomar medidas al respecto. El nuevo realismo politico puso a disposición de los actores políticos la herramienta Ideal para practicar la guerra por medios heterodoxos, sln confrontación directa.

Pero no sólo los EE.UU. desarrollaron Guerra Política y operaciones encubiertas. Del lado de la URSS,  el concepto «medidas activas» fue bien teorizado, y la práctica también se estableció en todo el mundo. Las medidas activas incluían desde la desinformación hasta acciones encubiertas con diversos grados de violencia.

La evolución en línea de las organizaciones que desarrollan estas actividades ha variado mucho entre 1917 y 1991. Después de la revolución se creó en 1918 el Che- Ka, dirigido por Felix Dzerzhinsky, en 1922 el NKWD, en 1923 la OPWU, en 1934 la GUGB, desde 1946 se creó Mr6 (Ministerio de Seguridad de la URSS), desde 1954 Kr6 (KoM), Comité para la Seguridad del Estado, conocido internacionalmente como KGB. Desafortunadamente, la mayoría de los documentos de los servicios de Inteligencia Rusos todavía están clasificados.

Hay más datos sobre la KGB a través de la CIA y a través de algunos disidentes que han logrado huir, como Yuri Bezmenovque o Stanislav Lunev (lo que crea dudas sobre su veracidad), que por la propia KGB. La historia de la Guerra Política en Rusia es complicada de investigar, no sólo por la falta de información desclasificada sino por la complejidad de sus departamentos y los cambios en la terminología y las funciones a lo largo del tiempo.

Una de las principales diferencias en el desarrollo de la guerra política entre Rusia y los Estados Unidos es que el PW ruso desarrolló acciones en el extranjero contra las democracias occidentales, acciones para influir en el tercer mundo y acciones internas contra la disidencia. Después del II GM, los servicios de inteligencia de la URSS comenzaron sus programas de medidas activas con información errónea y propaganda. Principalmente se hizo con el Departamento D, que más tarde se llamó Departamento de Medidas Activas, también dedicado a la desinformación y la guerra psicológica.

Cuando, a mediados de los años 70, el departamento, que dependía directamente del Primer Director General de la KGB, pasó a denominarse Servicio A, los servicios de inteligencia rusos ya habían desarrollado técnicas para influir en la opinión pública occidental. En cualquier caso, Vasili Mitrokhin explica en su libro «La espada y el escudo» que los agentes asignados a estas unidades carecían de la formación adecuada y no eran conscientes de cómo era la vida en los países occidentales. Esto significaba que la guerra política de la KGB solía caer en difamaciones infundadas basadas en teorías de conspiración que tenían más aceptación en los países del tercer mundo que en los países occidentales.

Al estudiar las vías que emplea el poder de Países poco amistosos para socavar y agredir áreas y naciones, desestabilizarlos, poner en peligro su estabilidad y gobernabilidad, mediante las cuales satisfacer, esencialmente, determinados objetivos políticos y económicos, aparecen diversidad de denominaciones. Entre ellas: revolución de colores, golpe blando, métodos de acción no violenta, guerra de cuarta generación, cibernética,  de información y desinformación, psicológica, no convencional, guerra híbrida y otros.

Las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, en el 2015, hacen público un documento con el título: “Apoyo a la Guerra Política”. En él, también clasificado como libro blanco, abordan en sistema, componentes que en otros manuales despliegan por separado, pero que en la práctica se entrecruzan y mezclan. En este, no solo reconocen que favorecen lo híbrido, en la ejecución de sus guerras, sino que requieren de la coordinación y jerarquización entre los diferentes componentes que la conforman, así como de los sujetos que en ella participan. Las guerras actuales también exigen de estrategias únicas y estas deben ser capaces de organizar y llegar a un conjunto mucho mayor de actores, dispersos y pertenecientes a variados estancos de su sistema político.

La Guerra Política es un concepto que no se circunscribe a la lucha de ideas, ni a la discusión ideológica. No solo incluye la manipulación de las conciencias, la promulgación de falsas noticias y rumores. Si se cataloga de guerra es porque en ella prima la violencia en su diversidad de formas de manifestación. Se incluyen todas aquellas o perfiles de ellas que tributan a alcanzar objetivos políticos, esos que giran alrededor de la mantención, resquebrajamiento o destrucción del poder existente, para en su lugar componer o imponer otro.

En estas contiendas las armas son diversas, no solo la información, las redes, los medios de comunicación tradicionales, la televisión, la radio, la propaganda, sino también se incluyen resortes económicos, jurídicos, diplomáticos y en general culturales, es decir no solo se circunscriben a acciones dirigidas a subvertir la espiritualidad reinante, sino que se le adicionan otras que debiliten, dificulten, agredan los componentes materiales en los que se sustenta el poder político.

La Guerra Política es una forma de manifestación de violencia política, que pretende subvertir, sustituir, socavar, destruir e implantar ideas, sentimientos y voluntades. Abarca todo el contenido de la guerra cultural, que a su vez engloba toda la guerra psicológica e ideológica, con acciones encaminadas hacia lo externo y lo interno, emplea todo el sistema de diplomacia, y de actividades de información e influencia así como acciones contra la economía, la cultura, los sectores de seguridad y la fuerza militar, los niveles de gobernabilidad, estabilidad y autoridad de gobierno.

Bajo la denominación de “Elementos Conceptuales de la Guerra Política del Siglo XXI”, presentan el siguiente sistema de esferas o direcciones que engloba la Guerra Política:

A. Diplomacia: Persuasiva y Coercitiva

B. Ayuda Económica o Coerción

C. Asistencia al Sector de Seguridad

1 Reforma al Sector de Seguridad

2 Construir la Capacidad de la Nación Aliada

3 Defensa Interna Exterior

D. Guerra No Convencional

1 La Guerra No Convencional Tradicional

2 Contra Guerra No Convencional

3 La GNC de una Manera Proactiva

E. Actividades de Información e Influencia

1 Asuntos Públicos

2 Diplomacia Pública

3 Empleo de Fuerza Conjunta Cognitiva y Operaciones Militares de Apoyo Informativo

Contiene las siguientes operaciones:

Guerra Estratégica Factor decisivo de la Guerra Política, que determina la política a seguir.
Guerra Ideológica Fuente de la Guerra Política, cuyo campo de batalla es la mente, su fin es la fe de nuestro oponente, sus creencias, sus doctrinas, es decir sus sistemas de conocimiento y aprendizaje a través del cual se merma su voluntad de luchar;
Guerra de Organización Dispositivo de la Guerra Política, que es coordinar con los hombres y los planes para obtener el máximo de eficiencia contra el adversario y su organización
Guerra Psicológica Acción directa de la Guerra Política, que consiste en doblegar mentalmente al adversario, estresarlo, quebrar su energía interior. Es cambiar y modificar las actitudes del mismo y de la población en que se basa, es conducir a la opinión pública en la dirección de nuestro interés, es proteger a nuestras propias fuerzas operativas del estrés que pretenda inducir nuestro enemigo;
Guerra de Inteligencia Guerra Secreta de la Guerra Política, regida por la premisa de conocer al máximo a nuestro enemigo, es de vital importancia el conocer la situación de nuestro enemigo
Guerra de Masas Fundamento de la Guerra Política, es importante dado que en ésta se decide el apoyo a las fuerzas de operaciones, es vital separar al enemigo de sus bases de apoyo.

Me viene a la memoria una cita de Franklin Delano Roosvelt: “En la política nada ocurre por casualidad. Si algo sucede, se puede estar seguro de que ha sido planeado así”. Y política es lo que está haciendo ETA a través de BILDU desde las Instituciones, con el beneplácito de toda la izquierda, con la finalidad de dirigir, orientar e impulsar procesos sociales utilizando una finísima y estudiada ingeniería orientada a los procesos sociales.

La guerra psicológica, que es la que hoy trato como parte de la Guerra política, puede llevarse a cabo mediante dos escuelas: la norteamericana y la alemana. Digo escuelas y debe­ría decir estilos, pues es más exacto por hoy, ya que en verdad no hay aún dos academias perfectamente delimitadas. Somera­mente, puede decirse que el estilo norteamericano, más re­ciente, adolece de serias deficiencias que lo tornan excesivamente primario, pues se funda —casi con exclusión— en un concepto propagandístico.

El estilo alemán, al que hay que agregar el actualisimo estilo soviético, es más profundo, más doctrinario, y llega por lo tanto más hondo al espíritu de las masas, combatientes o no. La pro­paganda, para esos estilos, es meramente un aspecto mecánico de la guerra psicológica: un elemento subsidiario, no intrínseca­mente fundamental.

Porque, repito, el objetivo primero de la guerra psicológica es crear, en el o los adversarios, un clima mental, una serie de senti­mientos que, conduciéndolos por las sucesivas etapas del miedo, del pánico, de la desorientación, del pesimismo, de la tristeza, del desaliento, en fin, los lleve a la derrota. Y viceversa, crear en el medio propio un clima neutralizador de esos sentimientos. El clima de la rabia, con todos sus matices. En una palabra: un clima de derrota y otro de victoria, de donde tenemos los dos aspectos de la guerra psicológica: el ofensivo y el defensivo, que por la parte contraria debilita al adversario y por la propia lo exalta.

Pues bien: ¿qué es lo que ocurre apenas declarada la guerra? Se alteran y desquician todos los principios y conceptos que tocan necesidad e instintos.

Pensemos, en efecto, que la guerra actual es una lucha integral, de pueblo contra pueblo, antes que de ejército contra ejército. Más todavía: de bloques de pueblos, Vasco, Catalán y Gallego, contra otros bloques de pueblos. Esa lucha depende de otras de carácter industrial, técnico, económico, tanto que ya no es exacta la concepción napoleónica de que la guerra la gana el ejército que tiene más artillería.

Antes, la capacidad total de producción de un pueblo y el alma de ese pueblo son lo que podía decidir la victoria. Por lo pronto, la mayor posibilidad de producción es la que hace posible satisfacer tanto las necesidades de los combatientes como de los no combatientes. Ya se sabe que sin la satisfacción de las necesidades primarias no hay ejército ni pueblo que soporten una guerra. Por lo demás, no puede desconocerse esta verdad. En la guerra integral entre varios pueblos, sobreviven los más débiles. ¿Por qué? Porque los hombres físicamente deficientes no combaten. Los que luchan son los fuertes. Luchan y mueren. Los débiles llegan al fin de la lucha indemnes, porque han permanecido bé­licamente inactivos. Esta es otra subversión notoria que debe tener en cuenta el hombre de ciencia.

En una palabra: las distintas etapas por las que atraviesa durante la contienda bélica el régimen de vida social traen, como conse­cuencia, un cambio fundamental en las actividades normales del hombre. El primer efecto de ello se evidencia en la destrucción de la vida afectiva: los hábitos adquiridos cesan, los vínculos familiares se distorsionan, las amistades se interrumpen, las con­vicciones políticas y las mismas creencias religiosas se truecan — o se agudizan, que es lo mismo.

Vale repetir: la guerra trastrueca todos los vínculos del hombre, como ha sucedido en las Provincias Vascongadas durante la guerra terrorista y el resultado lógico de ello es un estado particular en la población que se traduce en una desconfianza recíproca co­lectiva, especialmente en los primeros tiempos, en los años 80 y 90 del pasado siglo.

Es tan profundo y orgánico el cambio que produce la guerra, cualquier tipo de guerra, en un pueblo, y de naturaleza tan grave, que concluida aquélla las formas de vida anterior jamás pueden ser restauradas. Con­secuencia: las trasformaciones colectivas determinadas por la guerra son irreversibles, pues una vez producido el cambio no se puede volver a la situación previa, al orden anterior. La guerra, en fin, obliga a substituir las formas evolucionadas de la vida social por otras más primitivas: la fuerza, naturalmente, substituye poco a poco al derecho.

Nos encontramos, después de haber perdido la guerra en el ámbito socio político, en plena guerra psicológica en la que los resortes del control de masas se encuentran en manos del enemigo con una experiencia tremenda en su uso, fruto de las técnicas utilizadas por los Países comunistas.

Que nadie se engañe: La guerra no ha terminado.

Enrique Area Sacristán.

Teniente Coronel de Infantería.

Doctor por la Universidad de Salamanca

Diplomado en Mando de Unidades de Operaciones Especiales.

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