«Recuerda que morirás»

Memento mori («Recuerda que morirás») es una frase latina que recuerda la mortalidad del ser humano. Suele usarse para identificar un tema frecuente, o tópico, en el arte y la literatura que trata de la fugacidad de la vida.

Tiene su origen en una peculiar costumbre de la Antigua Roma, que quizás tenga origen sabino. Cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, tras él un siervo se encargaba de recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la soberbia y pretendiese, a la manera de un dios omnipotente, usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre. Lo hacía pronunciando esta frase, aunque según el testimonio de Tertuliano probablemente la frase empleada era:

Respice post te! Hominem te esse memento! «¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre».

Nuestra escala de valores rara vez se ha sustentado en esta verdad y hemos estado dando prioridad a otras cosas que creíamos y creemos más importantes. Nuestra imagen, el qué dirán, el poder económico y social. Desde un vídeo en alguna red social hasta si pertenecemos a una u otra comunidad. Si una persona ha sido ‘infiel’ a otra o si podemos ascender en nuestra carrera profesional un peldaño y ganar unos pocos euros más. Podría extenderme hasta el infinito a base de ejemplos. Todos se verían minimizados ante la certeza de que todos y cada uno de nosotros vamos a morir.

Ha tenido que aparecer un escenario como el que estamos viviendo para recordarnos que es lo más importante en nuestra vida: la muerte. Puedo entender que la inmensa mayoría de personas no la hayan tenido en cuenta hasta ahora. No paro de recibir información por múltiples canales sobre las molestias que causa la situación político-económica a la que estamos siendo sometidos.

Ahora solo existe una prioridad: vivir. La vida es el regalo más bonito que tenemos y solo siendo siempre conscientes de que algún día vamos a morir saldremos de esta y de cualquier situación que se nos ponga por delante.

            Dicho esto, y dando por veraz la “leyenda” que sirvió de inspiración en su momento para multitud de escritores, creo que es muy válida para ser aplicada en nuestros días a ciertos gobernantes que rigen nuestro destino, y que van de héroes egocéntricos sobrados de prepotencia. Y también -por que no- a otros muchos mortales endiosados que se piensan que son también inmortales e inmunes a todo. Haberlos los hay a montones, de forma especial en el mundo de la política y en pleno 2022, y lo que es más grave: en España, nuestro país.

            Que estamos viviendo tiempos muy duros y tempestuosos, creo que todos estamos de acuerdo. Que la situación en España, en el mundo de la política, en lo económico, en lo social, y en lo sanitario es caótica, también. Caótica, dantesca, irreal, kafkiana, como el lector prefiera calificarla. Con una economía por los suelos, una crispación social sin precedentes, un virus que nos sigue azotando muy duramente, y una clase política esperpénticamente mediocre (basta con ver el espectáculo que nos brindaron esta semana con los preparativos del recuerdo en Ermua a Miguel Ángel Blanco), para sacar del baúl de los recuerdos ese recordatorio romano de “memento mori”.

            Pero debemos sacarla y recordársela a quienes rigen nuestros destinos y que hemos elegido democráticamente en las urnas. A todos sin excepción, sean del color político que sean, pero de forma especial al gobierno de la nación, encabezada por quien lo preside.

            Seguramente la mayoría de ellos pasarán a la historia sin pena ni gloria, a diferencia de los generales legionarios de Roma. También es muy probable, por no decir seguro, que los cargos que ocupan no sean eternos y tengan fecha de caducidad. Pero lo que es evidente es que, nos guste o no, son el gobierno elegido por el pueblo para tomar decisiones y aplicar políticas beneficiosas para todos los españoles, que no para llevar a la ruina el país y nuestras vidas. Nadie es imprescindible y ellos no son una excepción.

            Dicho todo esto, creo que, desde nuestra humilde posición de ciudadanos, ha llegado el momento de recordarles, cada día, nada más se levanten de la cama, “momento mori” (recuerda que vas a morir), para ver si se percatan de que no son dioses del olimpo y si hombres y mujeres muy normalitos. Que están para hacer el bien y luchar para conseguir un país más y mejor que el que tenemos, y se dejen de intentar pasar engañosamente a la historia como salvadores de la patria, porque no lo son, sino descaradamente para hacer caja. 

            Por último, a todos esos que se llenan la boca todo el día hablando de la patria recordarles un poema titulado Patria cuyo autor es Ventura Ruiz Aguilera, y que reza así:

Queriendo yo un día
Saber qué es la Patria,
Me dijo un anciano
Que mucho la amaba:

La Patria se siente;
No tienen palabras
Que claro la expliquen
Las lenguas humanas.

Allí, donde todas
Las cosas nos hablan
Con voz que hasta el fondo
Penetra del alma;

Allí, donde empieza
La breve jornada
Que al hombre en el mundo
Los cielos señalan;

Allí, donde el canto
Materno arrullaba
La cuna que el Ángel
Veló de la guarda;

Allí, donde en tierra
Bendita y sagrada
De abuelos y padres
Los restos descansan;

Allí, donde eleva
Su techo la casa
De nuestros mayores…
Allí está la Pátria.

II.

El valle profundo,
La ruda montaña
Que vieron alegre
Correr nuestra infancia;

Las viejas ruinas
De tumbas y de aras
Que mantos hoy visten
De hiedra y de zarza;

El árbol que frutos
Y sombra nos daba
Al son armonioso
Del ave y del aura;

Recuerdos, amores,
Tristeza, esperanzas,
Que fuentes han sido
De gozos y lágrimas;

La imagen del templo,
La roca y la playa
Que ni años ni ausencias
Del ánimo arrancan;

La voz conocida,
La joven que pasa,
La flor que has regado,
Y el campo que labras;

Ya en dulce concierto,
Ya en notas aisladas,
Oirás que te dicen:
Aquí está la Patria.

III.


El suelo que pisas
Y ostenta las galas
Del arte y la industria
De toda tu raza,

No es obra de un día
Que el viento quebranta;
Labor es de siglos
De penas y hazañas.

En él tuvo origen
La fe que te inflama;
En él tus afectos
Más nobles se arraigan:

En él han escrito
Arados y espadas,
Pinceles y plumas,
Buriles y hazañas,

Anales sombríos,
Historias que encantan
Y en rasgos eternos
Tu pueblo retratan.

Y tanto a su vida
La tuya se enlaza,
Cual se une en un árbol
Al tronco la rama.

»Por eso presente
O en zonas lejanas,
Doquiera contigo
Va siempre la Patria.

IV.


No importa que, al hombre,
Su tierra sea ingrata,
Que el hambre la aflija,
Que pestes la invadan;

Que viles verdugos
La postren esclava,
Rompiendo las leyes
Más justas y santas;

Que noches eternas
Las brumas le traigan,
Y nunca los astros
Su luz deseada;

Pregunta al proscrito,
Pregunta al que vaga
Por ella sin techo,
Sin paz y sin calma;

Pregunta si pueden
jamás olvidarla,

Si en sueño y vigilia
Por ella no claman!

No existe, a sus ojos,
Más bella morada,
Ni en campo ni en cielo
Ninguna le iguala.

Quizá unidos todos
Se digan mañana:
«Mi Dios es el tuyo,
Mi Patria tu Patria.

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