España y el mundo árabe: imagen e imaginario

Este artículo tiene como objetivo, desde la perspectiva del análisis del discurso, describir la imagen de España en el mundo árabe y analizar sus circunstancias y motivos. ¿Existe una sola imagen de España unificada en todo el mundo árabe o varias? ¿Y si existieran varias, existen en el mismo país o están diseminadas por lo ancho y largo del mundo árabe?

Para contestar a todos estos interrogantes debemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿qué imagen presenta de sí misma España ante el mundo y cuáles son las razones de la misma?

La propia imagen

El pasado histórico de España ha determinado que ésta construyera y retroalimentara su identidad por contraposición y autoafirmación. La imagen del cristiano es contrapuesta a la del musulmán ―moro―, en los anales de la historia. Pero también en la realidad: no en vano en muchas aldeas de Andalucía se sigue entregando a los infantes moros para que, una vez bautizados, se devuelvan convertidos en cristianos.

Los moros nunca gozaron en nuestras latitudes de buena prensa, ocho siglos de reconquista dan para mucho, empezando por el calificativo cariñoso pero lleno de significado, de “morito”, que se aplica al niño que aún no está bautizado, o sea con el pecado original a cuestas. En una expresión tan frecuente como “hay moros en la costa”, los moros son naturalmente los indeseables, los que representan el peligro. (Soler-Espiauba, 1996: 522)

No obstante, esta oposición no siempre tiene justificación circunstancial en la fe o en el color del otro elemento de la oposición, sino en la propia creencia del propio Yo. Es decir, que el español no se autoafirmó tradicionalmente sólo frente al moro, sino también frente al europeo. En la edad media, después de la caída de Granada, España quiso demostrar a los europeos que era tan cristiana como el que más, y ahora no faltan argumentos de que España quiere demostrar que es tan europea y tan occidental como el más europeo entre los europeos, y el más occidental entre los occidentales.

La proyección exterior de la imagen de España era y sigue siendo una preocupación del español sólo cuando la siente cuestionada. En un, para mí, excelente artículo de Fernando Domínguez Reboirs de la Universidad de Freiburg, titulado La España medieval, frontera de la cristiandad, se hace hincapié en la defensa de la identidad española frente a una Europa medieval que dudaba de la pureza racial y religiosa de la España de entonces. Esta defensa dará lugar a un género literario que el autor anterior denomina Laudes seu defensio Hispaniae dedicado a contrarrestar una propaganda real en contra de España y de los españoles. Existe, por ello, un sincretismo entre lo individual y lo colectivo en el caso español. La España medieval era quizá la única región de la Europa cristiana occidental en cuyo territorio convivía más de una religión. España necesitaba reintegrarse en un marco religioso septentrional que se presentaba como puro. No había musulmanes al norte de España y los pocos judíos que allí vivían debían vestirse de una forma en la que se les pudiera identificar. Esto es lo que junto a factores de tipo económico explicaría “como se pasó de una sociedad ejemplo de tolerancia y convivencia pacífica a una sociedad ejemplo de intolerancia y represión ideológica” (Domínguez Reboirs). Siguiendo al autor citado, la identidad española parece haberse fundado sobre la demarcación y negación lo que se presenta como modelos antagónicos. Además los modelos ideológicos y religiosos negados deben personificarse. El mal debe materializarse en una persona, raza o grupo cultural. La incompatibilidad o el conflicto no se resuelven en el plano teórico, sino que tienen sus prolongaciones en lo pragmático. La argumentación racional para demostrar el yerro o, en su caso desvío de la postura ajena se convirtió en la edad media en una sencilla retórica plagada de juicios de valor. El otro es malo y sólo bastaba designarlo y esto es lo que favoreció y consolidó la Inquisición:

El infiel para el francés era un ser humano fuera de la sociedad cristiana, una persona que creía en todo aquello en lo que se fundamentaba su existencia, pero una persona, sobre todo, de la que se adivinaba su existencia pero que jamás habría visto. Ese cristiano, fuese culto o analfabeto, podría vivir cien años sin encontrar una persona no cristiana. Para el cordobés, en cambio, era el infiel una persona de carne y con la que se encontraba a diario en la calle y de quien podría necesitar asistencia médica, a quien compraba pan o las berenjenas o con quien de niño había jugado a las canicas. (Domínguez Reboirs, 4)

Por eso el otro y sus modelos no eran ni son abstracciones en lo español, sino que se materializa en personas de carne y hueso. La tolerancia hacia ese otro no era, por tanto, una construcción teórica, ni un modelo abstracto fundado sobre una visión positiva de la alteridad, sino que fue, según Américo Castro el “resultado de un modelo de vivir y no una teología”. De hecho:

Desde un punto de vista estrictamente cristiano, la cultura que se desarrollaba en España bajo el influjo de la ciencia árabe y judía no estaba en consonancia con los ideales unitarios de la cristiandad. El orden social que se imponía en España era un escándalo más allá de los Pirineos. (Domínguez Reboirs, 7)

El modelo multicultural nacido de la convivencia y del día a día en vez de favorecer a España se ha convertido en un argumento en su contra.

Al español se le odia y se le identifica con un objeto ya anteriormente odiado y desaparecido en la cristiandad: el judío y el moro. Los italianos veían en la raza española rasgos de las odiadas razas judía y mora. Los españoles pertenecen a un pueblo impuro y proceden de una sociedad no del todo ortodoxa, una sociedad no del todo integrada en la sociedad hispana. (Domínguez Reboirs, 18)

Por eso el español ha marcado su identidad desmarcándose de una forma antitética del judío y del moro:

Integrarse plenamente en Europa significaba eliminar el pasado judío y musulmán que la especial situación de frontera había impuesto en la sociedad española. (Domínguez Reboirs, 10)

Concluyendo: esta visión de la historia me parece lógica y comprensible a diferencia de muchos anales históricos donde se mezclan la realidad y su imagen, la historia y su representación, y el dato histórico y su valoración. No se dejan pistas para los análisis objetivos y desinteresados. ¿Qué es lo que pasaba en las sociedades y en el día a día? ¿En qué escenario o escenarios se movía la gente? ¿Cuáles eran los verdaderos actores de las relaciones comunitarias o, en su caso, intercomunitarias, interreligiosas, interculturales…? Y sobre todo, ¿cuántos eran? Resolviendo, presentar la Historia como una dialéctica entre conquistas y reconquistas es una simpleza incapaz de explicar no sólo la conjunción, sino muchos aspectos de la unión. Se ha querido que dicha Historia sea, cuando no es antinómica, paralela, y eso sólo es posible en las representaciones e imágenes, pero no en la realidad. De lo contrario, cómo se explicarían las alianzas cruzadas en todos los sentidos: cristianos aliados con musulmanes en contra de otros cristianos y musulmanes aliados con cristianos en contra de otros musulmanes. Todo parece indicar que la vertebración de la “historia compartida” en torno a la conquista y la reconquista es una construcción discursiva posterior a los hechos que pretende describir y analizar. Pues, incluso si podemos poner una fecha al término de la conquista, no sería fácil hacerlo con la reconquista ¿Cuándo empezó y cuándo terminó la reconquista? Estas construcciones discursivas y sencillas sobre esta realidad histórica compleja obligan a una alineación no menos traumática. Parece ser que o se es de unos o se es de otros en esta especie de verbena verbal nada lúdica de moros y cristianos. La indeterminación es imposible en esta metáfora, y menos en las convicciones que ha creado en la sociedad.

La España de al-Ándalus y el mundo árabe

Aquí la imagen es unificada en todo el mundo árabe si se toman como parámetro los textos literarios. Al-Ándalus es un espacio discursivo mítico donde confluyen todos los elementos metafóricos de la belleza, sensualidad, naturaleza, perfección… Esta España andalusí es el “paraíso perdido” que sólo podía y puede evocarse poéticamente. Esta España de los poetas como al-Bayati, Adonis o Nizar Kabbani, es también la del turismo árabe en la costa del Sol; es el revivir el pasado en el presente.

No obstante, no todo es positivo en esta imagen: existe la nostalgia, el llanto, la impotencia y la rabia… todas ellas sensaciones de un al-Ándalus perdido, en que las tintas se recargan sobre la “dejadez” y el “libertinaje”, simbolizados por la metáfora de “las noches rojas” de los árabes en España. El color rojo de esa metáfora alude a la sensualidad, a la diversión y a la carne trémula de los palacios del “oriente” andalusí.

España tras los atentados del 11-S

La opinión pública española se ha creado, prensa mediante, nuevas imágenes de los árabes y de los musulmanes en general tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, pero al hacerlo, intuitivamente se ha creado y se ha hecho crear otra imagen en el mundo árabe. La cadena de Al-Jazeera emitió un programa el 1 de septiembre de 2002 con el título de Situación de las comunidades musulmanas en Europa, dedicado casi exclusivamente a España. Éste es un dato que hay que tomar muy en consideración ya que España no es precisamente el país donde residen más musulmanes. Sino que va muy detrás de Francia, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Holanda e Italia. Los titulares de dicho programa televisivo, transcrito y publicado en la página Web de esta cadena panárabe que goza de una buena audiencia y mucha credibilidad, son los siguientes:

–          La situación general actual en España y la resucitación de los tribunales de la Inquisición.

–          La emigración de los marroquíes a España y el aumento del racismo contra ellos.

–          Los atentados del once de septiembre y la realidad del retroceso de las libertades en Europa.

–          Relación entre el Islam y occidente entre la enemistad y la mejora de la imagen.

–          Europa y el doble rasero en la aplicación de las leyes cuando se trata de musulmanes.

Aquí también la Historia es recurrente. El presentador argumenta que:

Los atentados del 11-S han puesto al mundo occidental ante un nuevo espejo, no solo para mirar y reexaminar su relación con el mundo islámico, sino también para revisar su propia relación consigo mismo. Todo ello no sólo en el ámbito de los ideales que le proporcionaban las ideologías que presentaban la visión del europeo ante la vida y el universo, ante la relación del hombre con el hombre, sino, además, ante una parte que ya no se puede separar de la cultura europea. Esa es la parte islámica. En este caso, España, en especial, tiene una historia distinta a los demás países europeos en su relación con el Islam. (Situación… p.1)

No obstante, esa relación especial ya no es la poética historia común, sino otra versión de la misma a ojos del presentador y de su invitado médico de origen árabe residente en Valencia desde hace más de treinta años. Son reiteradas a lo largo de las quince páginas que dura la entrevista palabras, conceptos y evocaciones como: Inquisición, moriscos, Valencia como último bastión de la Inquisición, el preguntar a los hijos si sus padres cumplen o no con el Ramadán y si comen o no cerdo en casa, las detenciones de islamistas con tan sólo la ligera sospecha de que pudieran ser terroristas. Se ha mencionado también al juez Garzón y su asignación a causas de islamistas, sin cargos, como si fueran etarras. Otra de las observaciones del presentador sobre España, por la cual pregunta a su entrevistado:

P. ¿Cómo explicaría la repetición del mismo fenómeno? Es decir, la identidad de la mayoría de los detenidos ha sido divulgada y publicada en los periódicos y revistas. Se les ha mencionado claramente como imputados, como culpables; pero luego se les libera por insuficiencia de pruebas. Y sin embargo, se repite lo mismo. Es decir, no podían aprender de sus errores para, por lo menos, mantener en secreto la detención hasta que se aclaren las pruebas. Es una continuidad… ¿Cómo explicaría la repetición del mismo fenómeno?

R. (…) hemos protestado por ello. Detienen a un sospechoso ―para ellos― que podría ejercer alguna actividad terrorista, o parecida a terrorista… esto puede ocurrir… y puede ocurrir en cualquier país… Pero que se mencione su nombre y apellidos, profesión, ciudad de residencia, y que los periodistas cerquen su domicilio y molesten a su familia, a su mujer, hijos… nosotros tenemos ciertos reparos sobre eso y así se lo hicimos saber a algunos responsables… sobre lo que ocurre en España. (Situación…, p.4)

Este tipo de inseguridad jurídica dentro de ciertos sectores de musulmanes y árabes residentes en España, presenta del país una imagen de arbitrariedad en la aplicación de las leyes. Así es como piensa un médico árabe residente en España que llamó al programa.

Si eres árabe y musulmán, eres extremista religioso, y si no eres musulmán dicen que eres extremista nacionalista… en ambos casos eres víctima… Desde aquí sospechamos que existen ciertas operaciones de trueque de favores, de los cuales son víctimas los musulmanes (un espectador que llama desde España). (Situación…, p.10)

En todos estos casos España se ha presentado como un país agresivo contra los musulmanes. Si bien se habló de él como país democrático, con un sistema judicial independiente que presenta una serie de garantías procesales para los acusados, se ha recalcado en que esto no es de rigurosa aplicación cuando se trata de ciudadanos de origen musulmán o árabe. Los conceptos más usados a lo largo de las quince páginas de la transcripción del programa de Al-Jazeera son de “doble rasero” y de “inquisición” cuando se trata de árabes.

Los musulmanes están cada vez más cerca de superar la barrera de los dos millones de fieles en España. Los últimos datos publicados por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) señalan que actualmente el 4,2% de la población residente en nuestro país profesa el Islam, si bien en los últimos años este porcentaje ha ido en aumento. Más de la mitad de los musulmanes residen en la franja mediterránea que va de Girona a Málaga, siendo Cataluña la comunidad autónoma con mayor presencia musulmana -ayer mismo un hombre de 29 años atacó una comisaría de Cornellá de Llobregat (Barcelona), descartándose que se tratara de un acto terrorista-, y ocho de cada diez tienen pasaporte español o marroquí. Estos son los seis gráficos clave para comprender el perfil de la población musulmana en nuestro país.

Cada vez más musulmanes españoles

A diferencia de lo que se tiende a creer, cada vez hay más musulmanes españoles. En los últimos cinco años, los seguidores del Islam con pasaporte español no han dejado de crecer mientras los extranjeros se han mantenido constantes. El principio del cambio llegó en 2013, cuando la población musulmana española se disparó: en tan solo tres años la cifra ha crecido en 300.000 personas, de acuerdo a los estudios demográficos anuales publicados por la UCIDE.https://datos.elconfidencial.com/poblacion-musulmana-espana-2017/

Un buen reflejo de este aumento puede observarse en el número de instituciones islámicas que se reparten por España. En total hay 1.630 entidades y 1.562 comunidades.

Esta distribución, que tiene como principal factor el nacimiento de musulmanes descendientes de familias ya nacionalizadas, se observa más fácilmente en porcentajes. Si en 2012 de cada 100 musulmanes, 31 eran españoles, ahora son 43 los que cuentan con pasaporte español.https://datos.elconfidencial.com/poblacion-musulmana-espana-2017-2/

Los musulmanes se concentran en el Levante

En la zona Este del país se tejen comunidades musulmanas más férreas que en la zona Oeste. Los colores dibujan una diferencia clara: en Girona, Lleida, Tarragona, Castellón, Murcia y Almería representan más del 10% sobre la población española. El contraste entre Este y Oeste se refleja también, a pequeña escala, en Canarias: los musulmanes de Las Palmas duplican a los de Santa Cruz de Tenerife.

No obstante, dada su localización en el norte de África, las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla marcan los máximos nacionales, hasta tal punto que más de la mitad de la población melillense profesa el Islam. En su último anuario estadístico, UCIDE también destaca los municipios de Albuñol (Granada), La Mojonera (Almería), Níjar (Almería), Salt (Girona), Talayuela (Cáceres) y Torre-Pacheco (Murcia) como áreas con un elevado porcentaje de musulmanes.

Los españoles predominan en once provincias

El pasaporte español entre los musulmanes va creciendo en la península y las islas. Si en 2016 eran nueve provincias en las que los musulmanes españoles superaban a los extranjeros, ahora son once: Ceuta, Melilla, Las Palmas, Madrid, Badajoz, Santa Cruz de Tenerife, Cáceres, Málaga, Córdoba, Sevilla y Jaén. Otras dos andaluzas, Cádiz y Granada, ya están muy cerca de alcanzar el 50%.

En el lado opuesto de la balanza se sitúa Murcia. De los más de 101.000 musulmanes que residen en la región, más del 87% son extranjeros.

Solo Jaén y Badajoz perdieron musulmanes

La evolución de la presencia de la comunidad musulmana entre 2012 y 2017 trae algunos detalles a destacar. En Guipúzcoa hay un 78% más de musulmanes que en 2012, un total de 17.982 habitantes. Le siguen HuelvaLugo Almería, aunque con porcentajes mucho más bajos (no superan el 35% de variación). En zonas como Teruel o León, el Islam representa ahora a más de 7.000 personas.

En cambio, solo dos provincias, Jaén y Badajoz, vieron disminuir su población musulmana en el último lustro. Tal y como explica la Unión de Comunidades Islámicas de España en su informe anual, «las migraciones interiores obedecen a los mismos factores de oferta de empleo y vivienda que afectan al resto de ciudadanos, habiéndose detectado algunos cambios residenciales en busca de empleo» entre los musulmanes que viven en España.https://datos.elconfidencial.com/poblacion-musulmana-espana-2017-3/

Los musulmanes sirios crecen un 22%

Si el 43% de la población musulmana que vive en nuestro país tiene pasaporte español, el 38% tiene el marroquí, algo lógico si se tiene en cuenta la cercanía de ambos países.

Del 20% restante, destaca por encima de todos el caso de Siria. En el último año, los musulmanes originarios del país de Oriente Próximo han pasado de 4.250 a 5.200. Este incremento anual superior al 22% se explica por la guerra civil que lleva asolando Siria desde hace más de siete años.

Tras Siria se sitúan Kazajistán Irak, aunque con porcentajes más bajos. La población proveniente de Líbano también ha ido en aumento en el último año. La nacionalidad iraní también ha engrosado las cifras hasta los 3.900 musulmanes.

Mohamed El-Madkouri Maataoui
Enrique Area Sacristán

FUENTE: EL CONFIDENCIAL

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